Florentino: hierro y fuego

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13 jun 2018 / 17:56 h - Actualizado: 13 jun 2018 / 19:16 h.
"Selección","Alguien tenía que decirlo","Fernando Hierro toma el mando"

Sé que voy a contracorriente, pero ahí va. España se divide, entre otras muchas cosas, entre madridistas y antimadridistas. No me gusta nada, pero es así. Y un caso como el del fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid a pocas horas de empezar el Mundial de Rusia ha vuelto a quitar y poner caretas. Empezando por Florentino Pérez, la persona de más poder en este país, continuando por el ya exseleccionador, al que le han fallado las formas, y terminando por un Luis Rubiales que, si bien estuvo impecable en la conferencia de prensa, aguantando su enorme cabreo, se dejó llevar más por el corazón, las tripas en este caso, que por la cabeza. Y no olvidemos a buena parte del gremio periodístico, incapaz de pensar sin la bufanda puesta o sin pánico a molestar al poder, generador de sueldos en muchas ocasiones (ojo a la campañita para defender el proceder según qué protagonistas).

Los ingredientes: el Madrid buscaba entrenador, uno de los sueños de Lopetegui era entrenar al Real Madrid y el buen hacer de éste al frente de España le valió la renovación hace tres semanas. A falta de tres días para el debut de España ante Portugal, Florentino agitó el cóctel y lo destapó. Alarma: fuego. Lopetegui entre la espada y la pared, Florentino contento y Rubiales con una especie de cornamenta pública encima de la cabeza que le ha llevado a fulminar al seleccionador contra la opinión de quienes mandan de verdad en todo esto, los jugadores. Mala cosa.

No se trata de insinuar que ahora no jugarán bien aposta, faltaría más. Pero empezamos mal. Aceptando que Fernando Hierro es la mejor solución una vez despedido Lopetegui y tras muchos vaivenes acerca de qué hubiera sido lo más correcto, llego a la conclusión de que lo más recomendable era tragarse el orgullo, ese ímpetu que le pedía a Rubiales (y a todos) fulminar al seleccionador, traidor por no priorizar la Selección y actuar a sus espaldas tras haberlo renovado recientemente, y de paso cargar más responsabilidad en el despiadado Florentino, que lo anunció todo por su cuenta. He ahí el detonante: el Madrid ha dado la impresión de que no le importaba lo más mínimo dinamitar la Selección.

Tratando de ponerme en la piel de cada uno, sigo pensando que es extremadamente difícil decirle no al Real Madrid. Y sigo imaginando imposible que ese fichaje se mantuviera en secreto durante varias semanas. Imposible. Pero, aunque nadie dijera nada: ¿imaginan al madridismo calmado con su presidente al ver que su club a mediados de julio, si España jugara la final, siguiera sin entrenador? No se trata de justificar a Florentino, sino de tratar de arrojar algo de lógica a lo que parece despiadado, sin analizar desde la fobia. A Lopetegui lo llamó Florentino en un momento incómodo, la típica oportunidad inoportuna, pero así es la vida. Ni era el primero que fichaba por un club antes de un gran campeonato ni será el último. Pero las formas lo condenaron, no el fondo: Luis Aragonés firmó por el Fenerbahçe, en tiempo y forma, antes de la Eurocopa de 2008 y no hubo fuego alguno. Es más, España ganó.

Ante esa tesitura, una reflexión: si Lopetegui hubiera ido de cara y el Madrid, empeñado en ser el típico niño mimado acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo, hubiera pactado con la RFEF el momento menos dañino para anunciar el asunto, no dejando desnudo en público al recién llegado Rubiales, el vasco seguiría al frente de la Selección. Seguro. Lo cual confirmaría que el presidente de la RFEF ha actuado en plena rabieta, herido en su orgullo como español y como presidente de la RFEF. No lo echa porque Lopetegui no vaya a estar centrado en el Mundial, sino por traicionarle. Y por encima de la voluntad de los jugadores. La rabia no es el mejor motor para la toma de decisiones, por muy bien que le parezca a un pueblo que se siente traicionado y pedía sangre. Aquí se trata de ganar el Mundial con unos futbolistas que querían que Lopetegui siguiera. Ahí la clave.

La dignidad y el orgullo deben ser defendidos, sin duda, pero quien crea que el mundo del fútbol se rige por estos parámetros debe echarle más tabaco a la mezcla. Lo más importante a estas alturas es España, la Selección, y parece que ninguno ha pensado en ella. No se hubiera perdido dignidad dejando a Lopetegui. Lo lógico es pensar que todo irá mal y que si algo puede irse al traste, se irá. Pero ahora sólo queda rezar, aparcar el absurdo victimismo madridista y el extendido rechazo moral a Florentino, e ir con la Selección a jierro, nunca mejor dicho (buena carta de presentación del nuevo seleccionador, a todo esto). El fútbol es tan maravilloso que es incluso posible que España llegue lejos mientras Lopetegui llora en el regazo de un Florentino Pérez que más pronto que tarde le dirá que ya no lo quiere, como media España hoy.