Esta semana, los tres padres, vivos, de la Constitución hablaron en la Comisión Parlamentaria para la Reforma Constitucional. Y coincidieron en que el momento actual de los partidos no permite pensar en consensos amplios para la reforma. Incluso, uno de ellos percibía en nuestro sistema político una cierta ira partidaria. Vicente Plural viene, tiempo ha, denunciando la actitud anti-pacto de los partidos. Pero resulta que las elecciones catalanas han puesto sobre la mesa la necesidad de ellos. Y son numerosos los problemas que solo con pactos de Estado pueden resolverse: desde la Educación a la Justicia, desde la financiación autonómica al cambio de modelo productivo, etcétera. Se acabaron la mayorías absolutas parece que por algún tiempo. Ahora hace falta otro talante que no se encuentra.
Tres posibles causas: 1ª) La radicalización de los militantes por miedo a que el pacto suponga una pérdida de identidad que se traduzca en menos votos. 2ª) La pobreza de ideas en la confrontación política, reducida a descalificaciones personales, acusaciones e insinuaciones. ¿Cómo van a pactar después de unas elecciones los que se han tratado como enemigos? 3ª) El recelo entre los que pueden estar más proclives al pacto ante el reiterado incumplimiento de otros anteriores.
Pues bien, está claro que no basta con prédicas buenistas. Hacen falta medidas que fomenten los pactos. E introducirlas en una necesaria reforma de la Ley de Partidos. Expertos hay que las encontrarán.
Desde aquí, hoy, vaya nuestro saludo al gran acuerdo alemán.