Nuestra historia constitucional es fiel reflejo de la Historia de España. Hemos tenido ocho constituciones, seis en el siglo XIX y dos en el XX. Las siete primeras, más impuestas que acordadas. Solo la actual de 1978 fue producto de un gran acuerdo. Va a cumplir 40 años. Y parece que hay una voluntad mayoritaria de reformarla para agiornarla y fortalecerla.
La actual ausencia de mayorías obliga, como entonces, a buscar puntos de encuentro, cosa que la guerra de guerrillas instalada en el seno de nuestros partidos casi imposibilita. El documento de los catedráticos Ideas para una reforma de la Constitución es una buena aportación. La Comisión parlamentaria propiciada por el PSOE puede ser un buen comienzo. ¿Y esa comparecencia abierta en la Comisión a una lista de personas? Corremos el peligro del guirigay, pero...
En 1978 todos cedieron en parte. Lo mismo se requiere ahora para corregir ambigüedades e imprecisiones, así como distorsiones existentes en materia de competencias y financiación que afectan tanto a las tres llamadas comunidades históricas, como a Andalucía (que ganó su derecho a base de decisión y coraje en 1977 y 1980) y a la demás CCAA.
Las disensiones que se manifiestan responden a intereses económicos y políticos que buscan superponerse a los de los demás y que se agravan con el mercadeo de votos que el sistema actual ha propiciado. Necesitamos políticos con altura de miras para alcanzar un gran pacto para otros 40 años al menos. ¿Los tenemos? No podemos desperdiciar esta oportunidad. Obliguémoslos.