Foto floral

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Álvaro Romero @aromerobernal1
29 may 2017 / 23:38 h - Actualizado: 29 may 2017 / 23:38 h.
"Viéndolas venir"

La mojigata Casa Blanca provocó hace unos días uno de estos escandalitos de usar y tirar que tanto se llevan ahora por omitir al marido del primer ministro luxemburgués en el pie de una foto que se habían tomado los cónyuges de los mandamases de la OTAN en una cumbre celebrada en Bruselas. El tipo se llama Gauthier Destenay y posó junto a las nueve damas a las que el Gobierno estadounidense mencionó, una por una, sin querer percatarse de que también había un hombre. Al rato, rectificó y también incluyó su nombre. Con nuestra gramática castellana en la mano, el grupo dejó de ser las cónyuges para ser los cónyuges. Pero la indignación ya estaba servida para volver a recordar que ya hay otros presidentes/as de gobiernos casados/as con personas de su mismo sexo y tal. Sin embargo, de lo más indignante, que es la foto floral en sí, no he oído una protesta, lo cual es muy revelador de la calidad y el trasfondo de las indignaciones de hoy.

Lo verdaderamente escandaloso a estas alturas es que mientras los líderes de la OTAN hablaban de cosas serias, es decir, eran abroncados por Donald Trump por no gastar lo suficiente en armas, sus cónyuges (femeninos o masculinos, ya dice el Diccionario y el Derecho que la palabra es de género común) tuvieran que tomarse una foto de sujetos floreros, o sea, de acompañantes oficiales, de compañeras o compañeros de adorno que contribuían a esa perfección hipócrita de que a cada líder mundial ha de respaldarlo una pareja en la intimidad. (Y sí, la inmensa mayoría son mujeres, cómo no). Ese es el verdadero escándalo, porque mientras la evolución permite que algunas mujeres lleguen a lo más alto, y muchos hombres sigan haciéndolo, no es de recibo que sus parejas tengan que seguir sirviendo de foto de recurso. Sean damas o caballeros, aunque nos conste que lo son, sobre todo, porque son sobre todo damas.