Francia o el todo

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19 may 2017 / 23:00 h - Actualizado: 19 may 2017 / 23:00 h.

La especie de «gobierno de concentración» o de «salvación nacional» que el presidente Macron acaba de poner en marcha en Francia responde a un principio que cada vez se va extendiendo más: la de la unificación ideológica en torno a dos grandes polos. Uno de ellos provendría de totalitarismo (se este de derechas o izquierda – para el caso casi lo mismo–) y otro el de las sociedades democráticas con instinto abierto.

En este segundo caso, el mayor o menor peso de un Estado que todo el mundo asimila como benefactor en primer grado (sanidad, educación, justicia, seguridad) y casi en segundo (cultura, deporte, ocio), es la balanza en donde gira el fiel del pensamiento político posmoderno en Europa.

Claro que, esta situación provocada por el país vecino (en una situación francamente excepcional) tras el descalabro de una más que probable victoria de un candidato conservador en razón de su falta de honorabilidad, puede representar un ensayo de laboratorio en donde reflejar la confluencia abocada de la unificación: una economía de mercado con tintes sociales y una política social liberada de prejuicios.

Para ello no hay más que analizar brevemente la propuesta de Macron para su ejecutivo: los ministerios de Estado y Económicos para conservadores y centristas, los sociales, medioambientales y ecológicos para personas implicadas en la izquierda. Realmente es una solución para intentar contentar a todos, cultivar la imagen de su persona que ha sido el único referente de su campaña presidencial y ganar ese pretendido centro ideológico que no es más que un intento de la cuadratura del círculo.

Pero una nación como la francesa con una crisis económica y social más profunda de lo que parece realmente cae en riesgo de cerrar en falso el desafío de superar la precariedad económica a la que está abocada de no acometer las reformas indispensables. Veremos.