‘Fraternité, voilà’

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07 jul 2018 / 23:30 h - Actualizado: 07 jul 2018 / 23:30 h.

¿Lo ves? Sí, lo veo. No estoy seguro de que sea así. A ver, léelo en voz alta. Irguió el cuerpo para que la voz le saliese clara y fuerte. «La divisa de la República es Libertad, Igualdad y Fraternidad». Muy bien, lo has declamado perfectamente, ¿pero qué significa eso? No sabría responder, o tal vez sí, déjame un momento. Quiere decir que nuestra República debe crear las condiciones para que los ciudadanos nos sintamos libres e iguales en un clima de fraternidad. Siguió. Sin embargo, si la libertad y la igualdad las tengo claras, más problemas me plantea la idea de fraternidad. No consigo ver cómo el Estado puede obligarnos a vivir como hermanos. Tal vez sea por eso que de fraternidad se habla poco o casi nada. Paró de hablar mientras bajaba la cabeza humildemente avergonzado. Su interlocutor tardó en responder para hacerle ver que su argumento merecía una respuesta a la altura. Lo has explicado excelentemente, estoy totalmente de acuerdo contigo. Logró que lo volviese a mirar, pero esta vez sin poder esconder una ligera sonrisa satisfecha. Sin embargo, permíteme una observación que creo importante. Puede ser que, como tú dices, el Estado no tenga medios para obligarnos a vivir fraternalmente, pero también es cierto que sería inconstitucional que nos impidiese tratarnos con la humanidad debida, que nos castigase por ayudarnos o que sencillamente nos lo prohibiese. El dardo dio en el centro de la diana, contestó como salta un resorte. ¿Tú crees que eso es posible, puede el Estado llegar a deshumanizarnos?

El pasado viernes, el Consejo Constitucional francés proclamaba por vez primera que la fraternidad es un valor constitucional, nunca antes lo había hecho. Y lo hizo en un proceso en el que se dirimía la constitucionalidad de la ley penal que castiga con prisión y multa a quien preste ayuda humanitaria a inmigrantes irregulares en suelo francés, por facilitarles de algún modo su movilidad por el territorio. Para el Alto Tribunal del principio de fraternidad se desprende la libertad de ayudar a los demás con fines humanitarios, sin que la residencia regular o irregular de quien reciba la ayuda pueda ser un límite. Esta sentencia trae causa de las condenas que se impusieron a un agricultor francés por transportar a doscientos eritreos a su finca con el fin de darles alojamiento, alimento y cuidados médicos y a un profesor por trasladar a tres inmigrantes a una estación de autobuses.

Fraternidad, palabra de Constitución descubierta para que todo recobre su sentido, la conciencia de lo que es Europa, de cuales son sus principios constitutivos. Cuando parece que nos deshilachábamos, surge un Tribunal con la vieja antorcha de la fraternidad encendida. Y los símbolos son importantes. Hace días fue Valencia, antes de ayer París. Los demagogos no podrán con nosotros. Europa tiene raíces fuertes y palabras vivas. ¡Fraternité, voilà!