Guía para los que sufren infidelidad. A propósito de Machado, Azaña y otras causas perdidas

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28 feb 2019 / 09:08 h - Actualizado: 28 feb 2019 / 09:18 h.
  • Vista de la tumba del presidente republicano Manuel Azaña en Montauban. / EFE
    Vista de la tumba del presidente republicano Manuel Azaña en Montauban. / EFE

Ha sido una semana rara y eso que solo ha durado tres escasos días, y tal vez solo unas horas con la mente puesta en la simple espera de un día soleado.

Desde que retorné de la ciudad de los prodigios, me he venido dedicando, mientras me ha sido posible, a eso que llaman el Derecho de Familia.

No hay momento en que no escuche un drama en forma de alejamiento irreversible de hijos, mientras los políticos sólo piden nombres de Técnicos que informan sobre las custodias, pero relegan a olvido tutelar la custodia compartida como sistema preferente de relación paterno-filial. Si en esta legislatura no se consigue avanzar en Andalucía en la senda que lo hizo la Comunidad Valenciana, será una oportunidad histórica que asentará la construcción de la igualdad contra los hombres.

Y es que tal vez se trate de eso. El negocio no sólo es de las asociaciones feministas, sino de los Despachos que, ante una normativa esquiva, albergan y generan esperanzas en forma de cuantiosas Minutas y pleitos que jamás llegarán a buen término.

Pero hoy quiero contaros el caso de un cliente que nos narró la infidelidad de su esposa, la cual se levantaba a las 6,30h de la mañana y volvía a las 0 h de la madrugada, para recorrer más de 300 km. desde la vivienda que habitaba su propia madre, al encuentro de otro, mientras el padre cuidaba de dos menores –enfermos- en otra ciudad distante.

El mundo no trata de posesión. Nada nos pertenece. Decía Trevijano que no hay pecado menos susceptible de perdón que la deslealtad. La infidelidad no es más que un acto físico de sonido y acople sórdido. La primera es anécdota, la deslealtad tesis.

Y hoy me referiré de paso a esa deslealtad de los políticos. Hace años, Toni Cantó me prometió que no abandonaría la causa de la custodia compartida. Entonces militaba en UPD. De todos ellos, solo el senador Manuel Altava ha mantenido vivo su compromiso con esta causa, acudiendo por doquier a defender aquello que evoca infructuosamente la conquista de la sociedad moderna de iguales.

Infieles, desleales, de eso parece que trata España. Solo así se explica la utilización de la imagen de Machado o de Azaña, por quienes privaron de su carnet socialista nada menos que al propio Negrín.

Saben que tengo debilidad por Zapatero, el primer Presidente que acudió a la tumba de Azaña, como a Mauthasen, donde, por cierto, ondea una bandera española... de la República. Lástima que no lo hiciera en la responsabilidad de su cargo, algo que sí habrá que agradecer a Pedro Sánchez. Los actos contra la deslealtad, siempre son valientes y especialmente hoy me descubro ante ellos, porque los grandes hitos de la historia se edifican desde la impostura y la heterodoxia que, antes, ningún Presidente de Gobierno había osado.

Sea como fuere, la deslealtad y la traición son torbellinos de la sociedad moderna que hasta causan asesinatos y muertes. Asolan las parejas, deprecian los matrimonios, prostituyen la política y hasta arrasan el deporte, que solo privilegia la victoria.

Así que permítanme hacer loa de sus afectados. El sol brilla amarillo frente a la deslealtad. Sus autores son incapaces de concebir otro color ajeno al blanco y negro de su propio fracaso sórdido y nocturno. El viento llena de esperanza las ventanas invisibles de aquellos. Por ello, mi felicitación a los benditos perdedores y cornudos. Porque, ciertamente, en la pérdida de lo que amaron, encuentran el sendero de la felicidad, ese amor incondicional que nos hace trascender y nos convierte en mejores personas, al tiempo que nos permite perder de vista a quienes se prostituyen.

Y es que no existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas. Pero solo las siente quien está dispuesto a perder.

A los demás, a los desleales, más sordidez frente a la bendita locura de quienes encuentran en otro, en otra, la ternura de la que aquellos ya nunca gozarán, sin paz circundante.

Como decía Paulo Coelho, nunca te cambiarán por algo mejor, sino por algo más fácil.

Y un solo ruego final. ¿Para cuándo el turno de Negrín?