Muy oportuna la Junta del Museo frenando en su casa esta moda reciente de editar vídeos casi épicos de las igualás donde lo campechano se convierte en pura cinematografía con todos sus aditamentos merecedores de un Goya. ¿No asistimos hoy al tonto el último en organizar una Gala de Premios, remedo capillita de los Oscar? Son vídeos bienintencionados, transmiten una emoción cierta pero el alcance público del mundo virtual los transforma en «absolutamente inapropiados» como dicen literalmente los de la Puerta Real. Su jerga fuera del contexto vivo que la justifica, su profesionalidad, la oleada contagiosa con que han irrumpido producen extrañeza. Bienvenidas sean la creatividad, la libre expresión, la moderna proclamación del «esto ya está aquí». Pero roza el ridículo tan apasionada exaltación de la víspera de la víspera de la víspera. El rito sagrado engendrando ritos menores que se volviesen contra él. Las trastiendas perdiendo el velo de respeto que las preservaba. No sé. La discreción siempre ahijó al buen gusto. El legítimo e inteligente mutismo de otras Hermandades involucradas en estos productos nada espontáneos, no dándoles importancia, habrá sido un error si derivan a otra pérdida más del Norte. Y nada sorprende que quien haya actuado sea un Hermano Mayor por cuyas venas fluye la sangre de aquel pionero en llamar a las cosas por su nombre, Manolo Toro con su añeja sección del Boletín de las Cofradías «Hablemos claro».