Hablemos del tiempo

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03 mar 2018 / 22:47 h - Actualizado: 03 mar 2018 / 22:47 h.

Si es comúnmente aceptada la tesis de que hablar del tiempo es el recurso pobre y facilón del que echamos mano cuando no tenemos nada mejor que decir, ¿qué creen ustedes que puede deducirse de que los informativos, en todos los medios, dediquen cada vez más tiempo a hablar del ídem? Llevo varios días enfrascada en una severa reflexión sobre el asunto, lo cual también debería ser motivo de honda preocupación, ya lo creo que sí. La lluvia, la nieve, el frío o el calor, la sequía y el viento se han convertido en protagonistas estelares de los programas televisivos. Los medios dedican exhaustivos espacios a enseñarnos con idéntica fascinación el pueblo que ha emergido del fondo del pantano agrietado por la falta de lluvia que los carámbanos que cuelgan de las casas de montaña y los niños que retozan en el monte cubierto por un manto de nieve. Un día vemos el furioso oleaje en cualquier ciudad costera (y anda que tenemos pocas que enseñar) y las calles inundadas por una tremebunda tromba de agua, y al siguiente nos ilustran una subida súbita de las temperaturas con una señora abanicándose con muchas ganas o bebiendo en una fuente.

La peor parte de esas retransmisiones se la lleva el reportero, que tiene que helarse literalmente agarrado al micrófono para dar testimonio de la intensa nevada o amarrarse a una farola para que el viento no se lo lleve en el puerto donde ha tocado tierra un huracán. Y todo ¡para hablar del tiempo! Lo cual quiere decir que las reglas del buen conversador han variado por completo. Ahora si en el ascensor no rompes el silencio incómodo hablándole al vecino del sexto del frío que está haciendo por el norte y la nevada que ha caído en Ávila que ha tapado los coches y todo... tú lo que no estás es en el mundo, hijo.

Los fenómenos meteorológicos están de moda, debe ser eso, porque los móviles lo primero que te dicen cuando te levantas es el tiempo que hace, cosa que como bien sabemos es fácil de averiguar abriendo una ventana. O tanto interés se debe a la preocupación mundial por el cambio climático (que no lo creo porque yo no he visto nunca nevar en mi pueblo, y eso sí que sería un cambio), o mucho me temo que hemos caído en tan profundo pozo de vacuidad en nuestros gustos que el tema más insustancial se convierte en estrella.

No es que yo no quiera saber que cientos de conductores tuvieron que pasar la noche en una autopista bloqueados por la nieve, eso naturalmente tiene un interés informativo que sobrepasa el meramente meteorológico, sobre todo si se podría haber evitado. Pero a ver para qué sirve tanta información del tiempo si luego saben que viene una nevada de campeonato arrastrada por vientos de Siberia y se van en coche justamente a donde está la alerta. Y luego hay que echarle la culpa a alguien, claro. Si está el tiempo tan malo pues no salgas, hombre, con lo a gusto que se está en la casa de uno (si la nevada la vas a ver, seguro).

Lo dicho: hay que buscar material informativo de más enjundia, que el tiempo da muy poco de sí. Aunque, bueno, en fin... Si el reportaje de los pueblos aislados por la nevada del siglo le resta un poco de espacio a la información del procés... mejor no nos quejamos, porque entre la meteorología y el nacionalismo catalán... es mucho mejor hablar del tiempo, sin punto de comparación.