Heridas sin cerrar

Almudena Grandes busca que el nombre de la República se limpie y que la Historia se escriba con mejor letra y menos parcialidad. Y esto es algo necesario porque la buena convivencia se logra cuando se construye sobre la verdad

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09 feb 2018 / 19:49 h - Actualizado: 10 feb 2018 / 08:36 h.
"La vida del revés"
  • Heridas sin cerrar

Hace un par de días terminé de leer el último libro que ha entregado Almudena Grandes. Los pacientes del doctor García lo ha titulado y forma parte de la serie Episodios de una guerra interminable, un proyecto inmenso para los tiempos que corren y que pocos autores pueden asumir. Este libro contiene una trama de ficción y, además, información cierta que se refiere a esa época en la que España coqueteó con el horror nazi. Es injusto decir España. El que coqueteó con los asesinos de guerra alemanes fue el dictador Franco. Sí, lo hizo y existen un buen número de documentos y testimonios que lo demuestran. Franco y sus secuaces fueron un verdadero cáncer para España.

Almudena Grandes es una buena escritora que se empeñó hace ya mucho tiempo en dejar claro que los buenos en la guerra del 36 no fueron los militares golpistas, que los que perdieron no eran demonios, que la República española no fue el animal monstruoso que se enseñó en las escuelas españolas durante décadas. Hoy se habla de adoctrinamiento en la enseñanza pública catalana (con razón porque es una vergüenza), pero para adoctrinamiento el de la España franquista. Decía que Almudena Grandes busca que el nombre de la República se limpie y que la Historia se escriba con mejor letra y menos parcialidad. Y esto es algo necesario porque la buena convivencia se logra cuando se construye sobre la verdad, sobre la empatía, sobre el respeto de unos y otros.

La España republicana tuvo sus luces (muchas) y sus sombras (bastantes). El régimen de Franco, iniciado con una sublevación militar y una guerra terrible, tuvo sus luces (más bien pocas) y sus sombras (tenebrosas y numerosas). Pero España es lo que es porque hubo un tiempo de República, porque hubo un tiempo de dictadura encabezado por un militar que decidió convertirse en corresponsal del mismísimo Dios y quiso luchar contra el comunismo y el laicismo; es lo que es porque pasó lo que pasó. España es lo que es porque hubo un tiempo en el que los nazis se movían por todo el territorio nacional como si estuvieran en casa tomando un cafetito, preparando las maletas para viajar a Sudamérica, mientras los que perdieron la guerra no podía moverse porque se jugaban la vida. Algunos criminales de guerra nazis se quedaron en España, hicieron dinero y fueron felices mientras el régimen de Franco hacía la vista gorda. Los asesinos de millones de personas viviendo sin dificultades y los republicanos, los comunistas, los que eran sospechosos de serlo, los que no lo eran pero lo parecían, o cualquiera señalado por alguien que quisiera quedarse con sus tierras (por ejemplo) no tenían futuro, fueron machacados durante años, condenados a no ser nada.

Estas cosas hay que hacerlas públicas, se deben saber y tienen que señalarse como injusticias terribles. Las que cometieron unos y otros.

Mientras no se reconozcan a los perdedores como españoles de primera categoría, todo seguirá en peligro. Las heridas sin cerrar duelen, se infectan, se ponen feas, matan.

¿Y qué se puede hacer para que esto vaya a menos y permita una convivencia plena en la que las dos Españas sean sólo un recuerdo? Pues, de momento, se puede sacar a los muertos de las fosas comunes de las cunetas ¿Qué mejor forma de empezar? Si en este país se consintió que los nazis estuvieran por aquí sin que les pasara nada de nada, creo yo que los españoles deberían, al menos, tener derecho a descansar en paz. Los vivos y los muertos.

Existen buenos libros que tratan el asunto de los nazis en España. Ensayos y novelas muy bien documentados que pueden ayudar a entender una España dibujada a hierro y fuego. El libro de Almudena Grandes es una mezcla de registros que le convierten en una obra de lo más atractiva. Merece la pena hacer el esfuerzo y leer Los pacientes del doctor García. Porque merece la pena buscar explicaciones incluso en la ficción. Hay que buscar, escuchar, leer y formar, poco a poco, un criterio sólido con el que poder valorar una época infame, gris, terrible. Es necesario que nos reconciliemos con lo que somos, con lo que pudimos ser, con lo que ha quedado de nosotros.