Hermandades y ciudad

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09 ene 2017 / 23:45 h - Actualizado: 09 ene 2017 / 23:45 h.

Sevilla ha entrado en su semestre lunar, ése en el que penden de sus ciclos, van de su mano, todos los días señalados, excepto el de Andalucía, ya sean religiosos o civiles. Y, como todo el mundo –en sentido universal– sabe no tienen, simplemente, local. Desde la primera luna llena de la primavera hasta la última se desgranarán las Semana Santa, la Feria, el Rocío y el Corpus con muchos días en los que serán cientos de miles o millones las personas plantadas en calles y carreteras. Desde hace siglos las hermandades pasionistas o de gloria acordaron y confeccionaron sus propios horarios y calendarios en una ciudad donde el tránsito de cada una de ellas no llegaba a romper la cotidianidad pero eso ha sufrido, sobre todo en los últimos años, cambios muy profundos.

La Semana Santa, en particular, es –seguramente– el mayor teatro del mundo, con decenas de miles de actores, millones de espectadores, el casco histórico como principal escenario y, a la vez, patio de butacas, plateas, palcos, gallinero... Obviamente, las funciones no pueden depender de lo que piense únicamente el director (el Consejo de Hermandades) o los actores de los sucesivos actos a desarrollarse durante 10 días. Es necesario situarse en la convicción (palmariamente clara, por otra parte) de que el viejo instrumento del Cabildo de Toma de Horas ha pasado -como tantas cosas- a contenido del baúl de los recuerdos. Son necesarios otros en los que su razón de ser no sea únicamente el pacto entre las corporaciones. Las horas deben ser acordadas entre éstas y la ciudad.