Hombres que nos venden cosas

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Pepa Violeta Pepavioleta
30 jun 2019 / 11:34 h - Actualizado: 30 jun 2019 / 11:39 h.
  • Hombres que nos venden cosas

Dándole una vuelta de tuerca a eso del mansplaining (concepto usado por Rebecca Solnit para hablar de esos hombres que nos explican cosas a las mujeres en público y en privado, especialmente con la intención de infravalorar nuestro discurso), estamos viendo como en los últimos años, una ola de creativos y publicistas se estrujan el seso (esto va con ironía) para darle forma a multitud de objetos “para mujeres”, pensados y creados para satisfacer nuestras necesidades. Y sí, algunos de estos productos que necesitamos chicas todavía no han salido al mercado y ya están rodeados de polémica y no es para menos.

Este capitalismo rosa casposo está a punto de sumergirnos de nuevo en esa balsa de alquitrán de la que estamos empezando a salir. Desde el movimiento feminista se apela continuamente por el consumo responsable, por el reciclaje, por retornar a la naturaleza todo lo que ésta nos ofrece de una forma amorosa y consciente. Pero claro, con esta manera de entender el consumo nuestros empresarios no se enriquecen ni nos llenan de complejos e inseguridades. Así que en un ejercicio de camaradería patriarcal aúnan esfuerzo y talento para vendernos calculadoras rosas, teléfonos con 'hardware' inteligente y tecnología avanzada de belleza, bolígrafos, agendas... y así una ristra de productos inútiles.

Hasta ahora pensaba que quizás, la cagada de algún que otro creativo había motivado que algunos de estos trastos sexistas, podría haber sido un desafortunado proyecto aislado. Pero esto parece estar convirtiéndose en tendencia y cada vez el mercado se aventura más y más a sacar productos “sólo para ellas”, con una campaña de marketing que no deja de perpetuar estereotipos sexistas y prejuicios con los que seguir proyectando la feminidad de una forma equivocada y peligrosa.

Con lo del teléfono todavía ando recuperándome del impacto emocional. Porque a veces peco de ingenua y pienso: bueno, no creo que ninguna empresa invierta a estas alturas de partido, con el férreo seguimiento que está haciendo el feminismo de las campañas publicitarias, dinero, tiempo y capital humano para lanzar productos costosos que antes de vender la sociedad rechace de plano por incurrir en sexismo. Pero no, ahí van como auténticos kamikazes.

A principios de julio empieza a venderse en China los primeros terminales de los Xiaomi CC, una nueva familia de smartphones diseñados para “las mujeres de todo el mundo”. En el comunicado oficial, Xiaomi sólo adelanta que el nuevo terminal no será “un teléfono Xiaomi bonito”, sino que “integrará 'hardware' inteligente y tecnología avanzada de belleza de inteligencia artificial”. Ahí lo lleváis mujeres, sin anestesia ni nada. Que nos acaban de recordar para que estamos nosotras aquí en este mundo, para hacernos selfies y preocuparnos de que salgamos bien en la foto, aún llevemos días sin dormir porque en ese país la conciliación brilla por su ausencia, o hayamos retrasado la visita a la peluquería porque no nos queda tiempo ni de mirarnos al espejo. Gracias, Xiaomi, por tanta empatía, no se como hemos podido estar tanto años sin este terminal en nuestras manos.

La cámara selfie y sus modos de belleza potenciados son las claves del nuevo teléfono. La marca ha publicado varias imágenes que se han tomado sus propias empleadas con el modelo CC9 para que veamos lo estupendas que salen y arrodillarnos ante este nuevo algoritmo que borra cualquier rastro de humanidad, diversidad, realismo... que podamos ofrecer cada mujer en cualquier parte del mundo.

Si creíamos que lo habíamos visto todo con la calculadora rosa de CASIO, los bolígrafos BIC “para ellas” que costaban el doble y escribían igual que el resto, o encendedores también rosados con una inclinación para encender las velas sin quemarnos, lo siento, este drama da para muchos capítulos. Todos los que quiera la industria que nos traguemos, evidentemente.

Mensajes sutiles y no tan sutiles que ponen de manifiesto el papel accesorio que las mujeres debemos interpretar en la sociedad del consumo. Productos mucho más caros que empobrecen nuestras economías y que además nos anclan de nuevo a estereotipos sexistas que nos aleja de la pluralidad de modelos de mujer que hay fuera. No necesitamos calculadoras rosas que nos recuerden nuestra feminidad, cuando precisamente estamos haciendo tareas matemáticas tradicionalmente masculinizadas. No necesitamos encendedores con una silueta arqueada para no quemarnos mientras encendemos una vela. Si hemos sido capaces de parir, trabajar, descubrir el primer prototipo del e-book, el filtro para hacer el café, la jeringuilla médica, la separación de carriles en la carretera, el GPS, el wiffi, el limpiaparabrisas... seguramente nos sobran neuronas para saber encender una vela sin quemarnos o usar el teléfono para algo más que hacernos selfies.

Como a nosotras también se nos da muy bien eso de inventar productos a pesar y sobre todo, porque somos mujeres, con todo el amor del mundo le sugerimos a nuestros creativos, publicistas y empresarios, que ya que están tan empeñados en crear artilugios para nosotras y desplumarnos de paso, que lo hagan teniendo en cuenta nuestras necesidades reales. ¿Qué tal una calculadora que con un sólo botón sea capaz de obtener el porcentaje real de brecha salarial actualizado en cada momento? ¿Y un organizador virtual que nos libere de la carga mental y se encargue de planificar nuestras tareas de forma rápida y eficaz y bloquear aquellas que nos impide tener buena cara? Así de paso nos ahorramos el dineral que nos van a soplar por el Xiaomi selfie/belleza y nuestra salud monetaria y emocional ganaría puntos por segundo.

Quizás lo que todavía no han descubierto nuestros creativos es la fórmula exacta con la que evaluar el impacto del feminismo en la sociedad actual y el poder de las mujeres para acabar con sus campañas machistas. También andan un poco perdidos la verdad, en eso de identificar qué necesitamos las mujeres del siglo XXI, cómo estamos dispuestas a consumir y cómo queremos ser tratadas en la publicidad. Es evidente que como ingenuas consumidoras, no.