A Joaquín se le espera en la casa verdiblanca con la ilusión del regreso del hijo pródigo. Una casa que ya conoce regresos memorables como los de Rafael Gordillo y Luis del Sol, nombres y hombres que escribieron la historia del Real Betis Balompié en letras de oro.
El hijo pródigo puede volver, demostrando su valía y sobre todo, su beticismo a prueba de salarios. Podrían tomar buena prueba de ello desde el vestuario. Hay por ahí quien anda con prisas por ser lo que con prisas no se puede llegar a ser, y menos en el zancadilleante mundo del balompié; hay quien lo tiene claro y hay quien no se aclara. Lo que está claro es que en el Olimpo de los dioses béticos hay nombres escogidos. Y hombres. Es fácil llegar a ser nada y muy difícil lograr ser ese recuerdo perenne, imperecedero y generacional que permanecerá siempre en la memoria colectiva de los béticos; nombres que pasan de padres a hijos como la mejor herencia, en historias que tanto poso de beticismo han dejado.
Para aquellos que se debaten entre la incomprensible incertidumbre de si vestirse de verdiblanco un año más y emprender la senda que le encamina a la Meca del nomenclátor bético, o entre la emocionante sensación de saltar cada domingo al Villamarín para bañarse de gloria bajo el eco de la afición coreando tu nombre nada más pisar el terreno de juego, o sentirse invencible solo por tener el privilegio de vestir esa zamarra, está la frase de Joaquín, hombre y nombre del beticismo: «Lucha hasta el final por tu sueño, que nada ni nadie cambie lo que siente tu corazón».