Homenaje a la Sevilla del 40

Image
29 may 2017 / 23:35 h - Actualizado: 29 may 2017 / 23:35 h.
"Hispalíneas"

Cuando murió Rafael Montesinos, poeta como una catedral, cantor de Sevilla en sus versos y el mayor estudioso de Bécquer que hemos tenido, la autoridad municipal decidió —y creo que hasta declaró— que sería lógico que recibiera sepultura en el Panteón de Sevillanos Ilustres pero se encontró con la sorpresa de que, en su tiempo, sus promotores habían elaborado un reglamento según el cual, para poder ser acogidos allí, debían pasar muchos años desde su desaparición; una regla de oro, sin duda, para saber si la ciudad conservaba, o no, memoria de ellos y una medida de prudencia que deberían haber asumido todos los consistorios pero que ninguno lo ha hecho a juzgar por la deriva de Sevilla en lo tocante a rotulación de calles y erección de estatuas. Creo que no hay en el mundo una ciudad con más astros sin monumento aunque ellos la pusieran en el firmamento de las letras, las ciencias y las artes y más monumentos a estrellas fugaces.

Ahora le ha tocado a Francisco Palacios, El Pali, tener el suyo porque lo sugirió un grupo de familiares y amigos, lo propuso Ciudadanos y lo aprobó el pleno municipal sin acordarse de la prudencia que recomendaba el reglamento del Panteón de Sevillanos Ilustres. El Pali tenía una voz magnífica, singular, mucho compás y mucha gracia. Y las usó para cantar a Sevilla, a esa Sevilla que muchos llaman eterna. La que aparece en sus estrofas —¡Que viva la Sevilla del 40!— es, sin embargo una Sevilla provinciana de miseria, dolor y opresión, ésa que, a estas alturas, no debería ser homenajeada sino olvidada.