Este mes de agosto va a ser noticia una gran bailaora, la sevillana Carmen Ledesma, porque será homenajeada en los Veranillos del Alamillo. Son homenajes sencillos los que está dando el buen aficionado Manuel Álvarez, pero solo el hecho de que haya pensado en esta bailaora para reconocer una trayectoria, es ya algo a destacar porque no es una estrella de la danza, que es fácil homenajearlas, sino una gran bailaora. Hay estrellas del baile que no me pellizcan el velo del alma, pero Carmen sí. Tiene una pureza como bailaora y como persona, que no digo yo un homenaje en el Alamillo, sino un monumento en cualquier rincón de sabor de Sevilla. Es una bailaora como sacada de la célebre foto de Beauchi, la del café del Burrero. Cuando veo ese cuadro del XIX, con La Carbonera, Pepa de Oro, La Serrana o Fernanda Antúnez, me imagino ahí sentada a Carmen Ledesma liada en un mantón de Manila y a Silverio mirándola desde lejos como estudiando con quién la podría emparejar artísticamente, si con el Maestro Pérez o con Miracielos, el que bailaba con el pescuezo mirando para Cuenca. Que parezca una bailaora de aquella época, cuando había tanto arte en la Campana, no quiere decir que sea una artista arcaica, porque Carmen ha trabajado hasta con Antonio Gades y Curro Vélez en grandes teatros del mundo y ha tocado todos los estilos, los más castizos y los más estilizados. Había que verla hace tres o cuatro décadas, cuando parecía que vivía en ella, como prisionera, la mismísima Juana Vargas La Macarrona. Cuando se habla de la escuela sevillana del baile, que existe, casi nunca se cita a ella, siendo de una sevillanía que embriaga los sentidos. Bailaora de brazos que parecen pintados por García Ramos, que son una característica fundamental del baile hispalense. No corre por el escenario, anda con garbo. No vende gestos artificiales, sino que echa el baile por los ojos y los labios. No parte la tarima, la pisa con temperamento. Rendirle honores a esta maestra es reconocer a todas aquellas bailaoras que pasaron a la historia por hacer un baile de arte, naturalidad y verdad verdadera. Felicidades.
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