Hoy es preciso hablar de valentía

Demostrar valentía, hoy que hay voces que pretenden olvidar todo aquello que ha hecho de la sociedad un lugar para la convivencia, es muy necesario.

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27 oct 2018 / 10:02 h - Actualizado: 27 oct 2018 / 10:09 h.
  • Miembros del Parlamento Europeo. / EFE
    Miembros del Parlamento Europeo. / EFE

Escribí hace unas semanas un artículo que llevaba como título “El Bien Común puede ser una solución a la inmigración injusta e inhumana”. Hoy, es preciso hablar de valentía.

El Bien Común implica que cada uno de nosotros asume la responsabilidad de presentarse, ante los desvaríos de muchos políticos, con valentía para decirles que no pueden imponer sus soluciones en aras de pensar que han sido elegidos democráticamente. La política, es ante todo diálogo; pero éste se debe de entender dentro de un marco democrático que tiene como referencia un texto llamado Constitución o Carta Magna.

Valentía porque es lo que podrá parar a quienes pretenden romper los valores que deben de regir en una sociedad democrática. Pero tiene que ser la valentía de la convivencia y del encuentro. Construir una sociedad de valientes significa apelar al respeto de las Instituciones y de las leyes.

Las personas que han decidido servir a los ciudadanos, a través de la política, deben de entender que su misión es la convivencia y el encuentro; nunca puede ser la de meterse a político para destruir aquello que es el marco de referencia y que, en los países democráticos, es la Constitución.

Cuando aparecen políticos que hacen su propia interpretación de la Ley, surgen los problemas porque se rompe la convivencia y se menosprecia el encuentro. No voy a mencionar países; pero miren hacia el norte, el centro y el sur del continente americano; observen a nuestra preocupante realidad de Europa; sigan lo que está pasando en África; no olvidemos a Oriente Próximo y no alejemos de nuestro recuerdo a la amplitud de Asía. Intenten hacer un recorrido y analicen qué está ocurriendo, llegarán a una conclusión: se ha roto la convivencia y se ha despreciado el encuentro entre las personas. Fíjense en los políticos que dirigen estos países, encontrarán muchos puntos en común.

En estos días nos hemos percatado como miles de personas de un país centro americano tratan de pasar a otro país hermano para alcanzar la meta de Estados Unidos; así podrán construir un sueño, o al menos eso es lo que creen. La globalización de los movimientos migratorios solamente se puede desarrollar adecuadamente si apostamos con la valentía de la convivencia y el encuentro. Mencioné un posible camino en el artículo al que he hecho mención más arriba.

En este escenario, la economía puede ayudar. Es, desde mi punto de vista, un eje de gran importancia. La economía no puede ser la enemiga del desarrollo social, es más, se trata del puntal necesario para lograr que los pueblos progresen, esto ayudará a evitar situaciones como las que se están dando recientemente en Centro América. En este contexto es imprescindible que aparezca la valentía. Sí, ese compromiso por intentar cambiar los parámetros económicos que menoscaban las posibilidades de una vida digna; pero también el esfuerzo por no aceptar a políticos que tan solo pretenden servirse a sí mismos y tratan de convertirse, con sus políticas y visiones, en dioses del sistema. Hay que recordarles que no existe sistema perfecto; que la perfección se halla en el corazón de cada persona.

El Bien Común puede ser el marco de referencia para vivir la vida con valentía. La valentía de ser cristiano y de ser una persona comprometida con la convivencia y el encuentro. El Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate nos señala el camino: “Hay que tener también en gran consideración el bien común. Amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él. Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común. Es el bien de ese «todos nosotros», formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social. No es un bien que se busca por sí mismo, sino para las personas que forman parte de la comunidad social, y que sólo en ella pueden conseguir su bien realmente y de modo más eficaz. Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad. Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como pólis, como ciudad. Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales. Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. Ésta es la vía institucional –también política, podríamos decir– de la caridad, no menos cualificada e incisiva de lo que pueda ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la pólis. El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene una valencia superior al compromiso meramente secular y político

La convivencia y el encuentro son dos variables que deben de formar parte de la economía. La próxima semana intentaré reflexionar sobre esta dimensión dado que siguiendo el contenido de Caritas in Veritate podemos encontrar el punto de apoyo para hacer que la economía sea el eje del cambio social y, si esto se logra, construiremos un mundo más justo. “Finalmente, la visión del desarrollo como vocación comporta que su centro sea la caridad. En la Encíclica Populorum progressio, Pablo VI señaló que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material. Nos invitó a buscarlas en otras dimensiones del hombre. Ante todo, en la voluntad, que con frecuencia se desentiende de los deberes de la solidaridad. Después, en el pensamiento, que no siempre sabe orientar adecuadamente el deseo. Por eso, para alcanzar el desarrollo hacen falta «pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo». Pero eso no es todo. El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la falta de pensamiento: es «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos». Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí solos? número 19 Al respecto es muy interesante la frase de D. Francisco González, presidente del BBVA, cuando dice en una reciente entrevista que “Habrá mucha más riqueza para todo, con la incógnita de cómo se repartirá”

https://www.elespanol.com/economia/empresas/20181021/francisco-gonzalez-mucha-riqueza-incognita-repartira/346716534_0.html

David López Royo

Director de Responsabilidad Social Corporativa

Chávarri Abogados

Delegado Episcopal de Fundaciones

Archidiócesis de Madrid