In bocca al lupo

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16 mar 2018 / 21:13 h - Actualizado: 17 mar 2018 / 09:40 h.
"Pareja de escoltas"

No hay nada tan efímero como el escenario del Pregón. Unos minutos después del «He dicho», oyéndose aún entrebastidores las efusivas palmadas sobre la espalda del pregonero, ya están levantados los grandes cortinajes de pana roja que le dan su atmósfera, cargados los graves sillones frailunos y huido el atril, reapareciendo el decorado de la obra en cartelera. Porque del Pregón lo que debe quedar y queda es la palabra. Con su correspondiente reválida para la memoria. Hay fotos en la revista que Alejandro Ollero nos obsequia a la salida que acaban siendo más comentadas Paseo Colón abajo que fragmentos donde el pregonero se dejó la vida. No pasará eso mañana con José Ignacio. Es un convencido nazareno del Silencio y los Estudiantes pero su carácter contagia un espíritu de capa y campanilleros del que llenará el Maestranza. Se ha sentado tantas veces en ese patio de butacas que seguro no traicionará su fiel condición de oyente. Y además lleva de talismán los tirantes que le regalamos en la tertulia (no es frivolidad, es que ya no queda otro detalle que regalarle). Es mi amigo y si triunfa, que Sevilla se lo aplauda y si no, aquí me juego el compromiso de compartir el despelleje. Pero eso sí, que lo disfrute con rapidez, que viene ya empujando el cuarto Del Rey camino de recoger sus pastas del Cirio Apagao. Y no hagas caso, pregonero, al presentador: háznoslo a nosotros, a los lectores de El Correo, que tan impacientes como tú ya te decimos: «José Ignacio, tuya es la Palabra»