El 17 de agosto de 2017 pasará a la Historia negra de este país como aquel en el que 14 personas perdieron la vida y más de cien resultaron heridas en un demencial ataque terrorista en plenas Ramblas de Barcelona, el día que España entera se volcó con la Ciudad Condal y el día en el que el miedo se apoderó de la ciudadanía de este país, pero aún pudo ser peor porque los terroristas, jóvenes aleccionados por el radicalismo islámico, tenían en mente algo peor...
Las horas posteriores fueron duras, horas de intranquilidad y amarga solidaridad pensando en víctimas y terroristas huidos. Condena unánime a salvajes actos que tienen como objetivo el terror, la muerte, el odio y la barbarie... «Cruzados» nos llaman estos malnacidos llamados yihadistas... Cierto, los mismos «cruzados» que se parten el alma por socorrer a miles de sus hermanos en aguas del Estrecho o del Mediterráneo por salvarles la vida o se desviven en tareas humanitarias en su país, si es que esta gentuza tiene patria.
No entiendo aquellos que hacen política, demagogia o hipocresía de una tragedia así... Otegui hablando de solidaridad antiterrorista cuando militando él en ETA se ocasionó una de las mayores barbaries terroristas en Barcelona... O de aquellos nuevos partidos más falsos que Judas que condenan actos terroristas y luego piden explicaciones por la mano dura de los Mossos d’Esquadra. No soy partidario de la muerte de nadie pero sí de la defensa de la vida y eso es lo que hizo la Policía catalana: defender la vida.
Por último un toque de atención a nuestras autoridades: ¿Qué esperamos a subir el nivel de alerta a 5? ¿A que suceda otro atentado? Dicen que no hay riesgo inminente: ¿Acaso se vio venir el atentado de Barcelona?
Otra observación: más presencia policial en Sevilla y más maceteros cortapasos pues hay zonas muy transitadas en Sevilla donde una tragedia podría ser posible. Queremos seguridad, no lágrimas de viudas y huérfanos.