El Sevilla Fútbol Club camina imparable tanto en la Liga como en Europa y no sólo por las victorias. Los últimos partidos nos dejan una sensación compartida prácticamente por la mayoría: este equipo es infinitamente superior a los rivales teóricamente del mismo nivel o cuyos objetivos son muy parecidos. Y no sólo en competición doméstica, eleve también esta reflexión a las actuaciones en Europa. La última víctima, el finalista de la Copa y, a priori, un rival directo por entrar en los puestos altos. No fue capaz de resistir siquiera los primeros 20 minutos del partido ante la pegada descomunal que tienen los de Nervión. Los de Emery apabullan a los rivales con una presión asfixiante a la que acompaña un juego veloz, directo y eficaz de cara a la portería contraria. Hacía mucho tiempo que no veía un equipo jugar tan bien a la espalda de contrario como lo hicieron ayer los del Ramón Sánchez-Pizjuán.
Después de lo visto ante equipos como el Villarreal, el Gladbach o el propio Athletic, me atrevo a decir que a día de hoy, no sólo en España, sino también en el resto del continente, el Sevilla es infinitamente superior a los que pelean por objetivos parecidos. Y si no me cree, eche un vistazo no sólo al resultado, sino también a lo ocurrido ante estos rivales. Metería también en el saco al Valencia, y eso que en la Liga no lo están haciendo nada mal. Ha fichado a grandes jugadores, pero ninguno de ellos tiene nada que envidiar a los de la plantilla sevillista. Y lo que es más importante: al margen de la buena plantilla que pueda tener, el Sevilla es mejor en conjunto. Quizá esta sea la clave para que la trayectoria sea tan buena. Emery armó un equipo desde el principio y, aunque cambiaron piezas, sigue estando parte importante de la columna vertebral. No es casualidad ni suerte.