¿Inmigrantes y extranjeros? No, gracias

La arquitecta Susana de Zárraga es uno de los muchos jóvenes brillantes obligados a emigrar

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21 nov 2016 / 13:05 h - Actualizado: 21 nov 2016 / 13:15 h.
"Educación","Inmigración","Política","Donald Trump"
  • Susana de Zárraga, arquitecta española en Nueva York.
    Susana de Zárraga, arquitecta española en Nueva York.

La crisis ha elevado el paro juvenil al 41,94 por ciento por lo que millones de jóvenes se han visto obligados a abandonar el país en busca de una oportunidad laboral. Es el caso de Susana de Zárraga, una asturiana (Oviedo, 1990) que tras finalizar sus estudios en la madrileña escuela de Arquitectura de la Universidad Complutense con un brillante expediente académico decidió emigrar a Nueva York.

—Tras la victoria del magnate Donald Trump, ¿temes por los retrocesos que pueda sufrir la mayor potencia mundial? Ha prometido la expulsión de los inmigrantes y es necesario contar con una visa laboral para permanecer allí legalmente.

—Claro que sí. Actualmente estoy labrándome un futuro trabajando para una empresa que valora mi formación y mi aprendizaje y alaba mi preparación académica, pero si no obtengo la visa no puedo quedarme. Además, es complicado porque conceden un máximo de 65.000 permisos; una cifra que será aún menor con Trump.

—Durante el segundo mandato de Obama, el demócrata intentó aumentar la concesión del número de visados, pero el senado republicano logró pararlo.

—Exacto, aquello no llegó a buen puerto. La nueva situación política que asola América me desmotiva porque las ideas del presidente electo apoyan esta restricción. La culpa se extiende a todos, no solo a los mexicanos, va contra todos los que no sean americanos. Es increíble que una nación que nace de la inmigración de diversas comunidades haya olvidado tan pronto sus orígenes.

—¿Es tan incierto el panorama como disparatado?

—No es en absoluto disparatado: ocurre algo muy similar en Europa con el Brexit, o con la fuerza que están teniendo ya los grupos radicales en Francia o Holanda. Nos están intentando meter en la cabeza que tenemos que abrazar ideas populistas de líderes que hablan con odio en un mundo que tiende a la globalización. Es muy contradictorio.

—¿Cuál es tu verdadero temor?

—La preocupación llega a la angustia. Tras las protestas que se han sucedido en las grandes ciudades, hay que reflexionar qué ha podido pasar para llegar a esta situación. La elección de Trump, un empresario racista, xenófobo y machista, debe ser un escarmiento para el partido demócrata, que sigue apostando por candidatos lejanos a las clases más humildes del país, como ha demostrado Clinton en su campaña. Es muy fácil buscar culpables a estas alturas, por ello mi preocupación es que me permitan formarme en todo lo que pueda y prosperar en mi profesión, porque mi país no me lo ha permitido, y no parece que lo vaya a facilitar en un corto o medio plazo.

—¿Qué esperanzas tiene un joven inmigrante en EEUU ahora?

—Confío en que las promesas de Trump acaben en mucho ruido y pocas nueces. Me he tenido que plantear si merece la pena quedarse. La falta de ayudas, las abismales desigualdades o los problemas derivados de leyes tan cuestionables como la de tenencia de armas chocan con los valores que he recibido al criarme en Europa. Solo tengo claro que hay que luchar contra el odio para aportar nuestro granito de arena por un mejor futuro.