Que le pregunten a la señora mayor que hace escasos días ha perdido las dos piernas (sí, han leído bien... las dos piernas) porque dos perros de los denominados potencialmente peligrosos se avalanzaron sobre ella, la arrastraron 30 metros, hasta el punto de arrancarle –como he escrito– las dos piernas.
Y esto viene a colación de cómo hace poco salían los datos que daba la Consejería de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía, la cual comunicaba que eran 285 las infracciones que habían detectado por incumplimiento de la normativa vigente sobre animales de compañía en Sevilla, desde el 1 de enero hasta el 30 de agosto del presente año.
Y además se han abierto 110 expedientes sancionadores a propietarios de perros potencialmente peligrosos; le recuerdo al lector que estos son aquellos que por su tipología racial, carácter agresivo, tamaño o potencia de la mandíbula, son capaces de causar lesiones graves a personas, animales o grandes daños materiales.
Lo que más sorprende es que estos canes peligrosos son sancionados por cuestiones tan básicas como no tener licencia, vacunas necesarias, correa o bozal, con lo cual el peligro potencial se dispara sin duda alguna. Al final el resultado de tanta irresponsabilidad es tremendo, ¡27 muertes en dos décadas! por ataques de perros peligrosos, la mayoría bebés y menores.
Llegados a este punto me parecen insuficientes... los datos ofrecidos por la Administración; la policía debería de actuar en muchísima mayor medida de oficio, y no tanto «contra denuncia». Soy de los convencidos de que si a estos propietarios se les sancionasen económicamente (permíteme el lector el símil) de igual forma que al conductor que no se pone el casco o el cinturón... veríamos muchos menos perros potencialmente peligrosos sueltos o sin bozal...
Mientras tanto, ¡sé feliz!