Los medios y los días

Intimidad imposible

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05 ago 2019 / 08:00 h - Actualizado: 04 ago 2019 / 13:03 h.
"Los medios y los días"
  • Intimidad imposible

Puede que uno no quiera que se sepa dónde ha estado de veraneo o, al revés, que desee anunciarlo entre los colegas y familiares para darse autobombo. Pero tal vez sea inútil, ya todos estarán enterados porque alguien de tu alrededor, a quien conoces y te conoce, sin tú saberlo, se habrá dedicado todo el tiempo a subir a sus muros de redes sociales dónde está, quien o quienes le acompañan, fotos de todo tipo en las que apareces sin nadie consultarte, “ahora estoy en Pinto, ahora en Valdemoro, ahora sale el sol por Antequera, ahora estoy tomando el sol, ahora se me acaba de escapar una ventosidad, menos mal que estaba dentro del mar, ahora me veis comiendo mariscos y montando en camello por las playas de Tánger, ahora en mi casa, ahora en mi habitación”.

El camarógrafo puede ser un hijo tuyo, un sobrino, tu propia señora o tu cuñada que se acaba de divorciar y la mujer anda intentando reconstruir su vida. O tu cuñado que está en idéntica situación, esto para que no se enfade Pepa Violeta. Cuando regresas a la faena para poder comer el pan nuestro de cada día y la comida casera de Mercadona o El Corte Inglés, tus más allegados te dicen, oye, cómo lo has pasado aquí o allá o acullá, te hemos visto en las redes. O si les dices: “he estado en Villanueva del Trabuco”, te responden “sí, ya lo sabemos, te vimos en Facebook”.

Joder, ya hubiera querido Franco este mundo, su policía político-social, “la social”, como le decíamos, se hubiera ahorrado cantidad de fichas porque hoy se ficha uno solo con todos sus datos de todo tipo, únicamente falta que el gentío suba a la red el código genético pero todo llegará. Por los alrededores del edificio de la universidad en la Fábrica de Tabacos de la calle San Fernando siempre había coches de “la social”, coches camuflados, no eran coches patrulla sino coches normales. Pero nosotros, los subversivos de entonces, nos sabíamos todas las matrículas y además todos los nombres de los bedeles de la universidad que eran chivatos de la policía. Téngase en cuenta que hablo de los 60 y 70 y entonces en la Fábrica de Tabacos estaban las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias y Derecho.

Ahora con las redes todos esos datos de nuestros espías circularían libremente hasta que el régimen hiciera lo que han hecho en China: censurarlo todo y, lo que es más difícil que Franco hubiera hecho, crear un nuevo Internet a la medida del poder chino pero con todos los caprichos occidentales que les gustan a los jóvenes. Lo que aquí se llama Google, en China se llama Baidu, y tiene multitud de buscadores porque hay multitud de chinos.

Hay que cambiarse el chip de la privacidad en estos tiempos o convertirse en un vigilante de gente con Smartphone por muy seres queridos que sean o por muy amigos que aparezcan ante nuestros ojos. Esto último es ponerle puertas al campo, de manera que sea usted buenecito y cumpla siempre con las leyes, la moral y las buenas costumbres, sea dócil, déjese manejar por el nuevo opio del pueblo, relájese y goce porque su imagen y su persona pueden ser de consulta gratis en todo el orbe y hay que estar presentable. O, al contrario, muéstrese como le dé la gana, arriésguese y que lo acepten como es o se vayan a tomar vistas.