En una de las tertulias de Hora 25, en la cadena SER, volví a escuchar una canción que ya conozco. Se llama sobran las facultades donde se enseña periodismoporque los que en ella se forman no se forman, es decir, no llegan a las empresas preparados con las exigencias que éstas demandan. Podría estar de acuerdo si no fuera porque tampoco los medios, en su generalidad, llegan hasta los receptores preparados para las demandas que los públicos exigen. ¿Qué es la crisis del periodismo? La lejanía progresiva de la profesión con respecto a sus destinatarios, escribir para periodistas y políticos sin que se enfaden demasiado los que están arriba del todo porque para eso son los dueños del negocio. Y jubilar muy prematuramente a los mejores y más veteranos para ahorrar dinero.

El periodismo es un negocio o eso intenta ser. Vende tiempo de estancia en la red y supuestas noticias como otras empresas venden zapatos. ¿Saben qué es una noticia? Pues lo que dijo el empresario y periodista inglés Alfred Charles William Harmsworth, lord Northcliffe, dueño en su día de The Times: aquello que alguien con poder está haciendo en alguna parte y no quiere que se sepa. Lo demás –añadía- es publicidad. ¿Saben lo que mueve al mundo? El dinero, los fondos de inversión y los bancos. ¿Saben dónde trabaja la inmensa mayoría de la población mundial? En el sector privado. ¿Saben de lo que más tratan los medios? De las batallas políticas. ¿Saben quiénes mandan en los políticos? Los que les pagan las campañas electorales y les condonan deudas de vez en cuando, es decir, los bancos y las grandes empresas, muchas de ellas de comunicación y periodismo, como sucede en Estados Unidos.

Por lógica periodística, es en las actividades del sector privado donde se esconden más poderosos que están haciendo algo que no desean que se entere nadie. ¿Se dedican los periodistas a indagar en eso habitualmente? Por regla general, no, los periodistas tienen que centrarse en hacerle publicidad o crítica a los políticos que para eso los han colocado ahí los que hacen cosas que afectan a la sociedad pero no desean que ésta lo sepa. El periodismo de hoy –y de ayer- señoras y señores, tiene mucho de fraude, de engaño, trata muchísimos asuntos curiosos e interesantes pero muy pocos importantes, urgentes, sustanciales.

Si yo tuviera que enterarme de lo que ocurre en el mundo sólo por la SER mi mente estaría moldeada de la siguiente forma: la socialdemocracia conservadora es la buena y las derechas son las malas. Eso si es que la derecha no se hace con acciones de la SER porque la SER es del grupo Prisa y en cuanto Berlusconi compró acciones a la división de televisión de Prisa y aligeró la deuda del grupo, el político y empresario italiano dejó de ser un machista fascista o, por lo menos, ya era sólo un machistita fascistita. Además, mi cerebro estaría moldeado para dividir a mis conciudadanos en malos –los que no aceptan conformarse con el buenismo de migrantes y mujeres- y los buenos que son los que siguen el adoctrinamiento de la SER. En otros medios de comunicación es al revés: la llamada izquierda (la socialdemocracia, ¡menuda izquierda!) es la mala, hay periodistas que, como currantes por cuenta ajena, se levantan todos los días sabiendo quiénes son los buenos y quiénes son los malos: los mismos siempre, un año y otro. Y, hala, muchas ruedas de prensa y muchas declaraciones la mayoría de las veces intrascendentes, o sea, publicidad.

Todo esto –y cosas peores- es lo que aprenden mis alumnos en los medios. Algunos me llaman de vez en cuando –por supuesto desde la SER también- para decirme: “Hoy me he acordado de tus clases, no me han dejado hablar de esto o de lo otro porque hay intereses de inversiones publicitarias detrás”. “Tengo que enfocar esta noticia de esta forma porque el medio simpatiza con este u otro partido”. ¿Han oído, visto o leído muchos reportajes críticos sobre El Corte Inglés, L’Oreal, Telefónica, Procter & Gamble o las marcas de coches? No, son buenos también por naturaleza porque son quienes más invierten en publicidad. Los medios no los husmearán continuamente muy de cerca, ese seguimiento machacón se deja para los políticos que para eso están ahí, son elementos para el despiste ciudadano.

Así me explico por qué a algunos colegas les sobran las facultades. Ya sé que tenemos que mejorar mucho la preparación de los alumnos pero es que nosotros desde la universidad les explicamos todas estas circunstancias y ellos, los de arriba y sus servidores, los tertulianos de la cuerda y bien pagados, no quieren que se entere nadie. Por ejemplo, no quieren que se enteren de que Prisa ha llegado a tener una deuda de más de 5.000 millones de euros y no ha quebrado mientras que Día sufre otra “sólo” de más de 1.000 millones y ha estado a punto de echar el cierre. Deje usted de pagar la hipoteca, a ver qué hacen con su casa. ¿Lo ven? Todo esto y más se enseña en las facultades donde se aprende periodismo, a lo peor lo que quieren son jóvenes pulsateclas con dominio de idiomas, ausencia de conocimientos y facilidad para la sumisión y la docilidad aduladora. No quieren periodistas sino lacayos.