Judas Iscariote. Capacidad de traicionar a Dios

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10 abr 2017 / 00:39 h - Actualizado: 10 abr 2017 / 00:41 h.
"Cofradías","Semana Santa 2017"

¡Esta levantá va por Judas, porque gracias a Judas tenemos la Semana Santa de Sevilla!». Hace años oí esta expresión a un capataz; no es un chiste ni un dislate, tiene profundidad teológica.

La doctrina católica predicada por Jesucristo es creída en virtud del don de la fe, al que cada cual ha de adherirse libremente. No obstante la fe de la Iglesia es razonable, se puede explicar, no repugna a la razón. Nuestra fe no es una fe sin explicación, todo es comprensible, perceptible e inteligible, aunque algunos contenidos sean más difíciles de asimilar con nuestra limitada razón que otros. De todos ellos, un tema complicado es la figura de Judas. Fue necesario para la redención, y su muerte fue horrorosa. ¿Cómo compaginamos una cosa y la otra? Es preciso acudir a la relación entre la conciencia y Dios en el momento de la muerte del hombre, instante inescrutable.

Siempre la traición de Judas Iscariote está presente en la vida del hombre. Si no hay un empeño grande, todos somos Judas, traidores, en mayor o menor cuantía. La plaga incomprensible de las infidelidades y de los abandonos son lacerantes traiciones de nuestro tiempo: Judas ha de hacernos reflexionar. El corazón del hombre es capaz de traicionar a Dios. ¿Cómo es posible que Jesús escogiera a este hombre y confiara en él? Es una incógnita su elección. ¿Por qué Judas traicionó a Jesús?

Los evangelistas acuden a la responsabilidad de Judas, el cual accedió avarientamente a una tentación del Maligno, pues Jesús no fuerza las voluntades ni impide caer en las tentaciones de Satanás, respeta siempre la libertad humana.