La Tostá

Jugar con la violencia

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
09 ago 2019 / 08:00 h - Actualizado: 08 ago 2019 / 16:54 h.
"La Tostá"
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La violencia no es algo innato, aunque de dos hermanos criados en un mismo hogar y educados por unos mismos padres en un mismo ambiente familiar o vecinal, uno puede ser más violento que el otro, luego algo traemos al nacer. Nos asombramos de casos como ese en el que un vendedor playero se abalanza contra un policía municipal navaja en mano y lo hiere. ¿Es que no es casi todo violencia hoy en día? Enciendes la televisión para buscar alguna película y si están emitiendo diez en ese momento en los distintos canales, ocho son de tiros, sangre, peleas, persecuciones policiales o malos tratos. Las otras dos son de folleteo.

Los informativos están sobrecargados de noticias de contenido violento. A ver, que alguien mate a una persona es noticiable. Que le diga por la calle que le va a dar una hostia, no lo es. Los medios de comunicación escritos están llenos diariamente de noticias sin ningún interés desde el punto de vista informativo. Por ejemplo, que un perrito defeque en la boca del metro. Pero también hay sobrecarga de noticias de contenido violento, digamos de importancia menor. Si sumamos todas las noticias de importancia menor, sacamos la conclusión de que esto es insostenible, un gran problema de importancia mayor.

Sinceramente, esto no hay quien lo aguante, porque la realidad es otra bien distinta. España es uno de los países más seguros del mundo, con la tasa de homicidios más baja. Tampoco aparecemos los primeros en la lista de países donde más atracos y robos se producen cada día. Entonces, ¿por qué hay tantas noticias de crímenes, reyertas, atracos, violaciones o altercados públicos? Será porque vende más una reyerta que unas jornadas culturales sobre flamenco, teatro o cine. Siempre se ha dicho que si saliera un periódico que publicara solo buenas noticias, cerraría en una semana.

No somos de los más violentos, pero parte de la violencia se debe al clima político del país, que influye en el clima social. No es que tengamos una clase política violenta, pero sí pésima, con un nivel tan bajo que dan ganas de no votar más. Este mal rollo de los políticos, que van a lo suyo, afecta de una manera negativa en los ciudadanos. ¿Qué respeto puede transmitir un presidente como Pedro Sánchez, tan embustero, que un día dice una cosa y al día siguiente lo contrario? Y no hablemos de Pablo Iglesias, el muchacho de Vallecas que no se quería ir del barrio.

Los ciudadanos ven cómo ha prosperado en nada de tiempo, sin soltarse la coleta, y tiende a comparar su situación con la suya. Ahora me pillan a mí vendiendo una carga de melones en la carretera y me desmontan el puesto. No trato de justificar al que ataca a la policía para defender sus melones, pero es que la gente normal y sencilla de este país está muy quemada. No bajamos de los tres millones de parados, que esto, para un país rico como es España, es mucha tela. Tengo una sobrina que va a veces a trabajar por cinco euros la hora. Dos horas, diez euros, y va en coche porque en autobús necesitaría tres horas para ir y venir. Y si dice que no va por ese dinero no la llaman más desde la oficina de empleo.

Cuidado con jugar con la violencia.