Junqueras, nosotros te queremos mucho

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20 feb 2019 / 07:05 h - Actualizado: 20 feb 2019 / 07:10 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • Oriol Junqueras. / EFE
    Oriol Junqueras. / EFE

Hay muchas formas de romper España. Se pueden dibujar rayas sobre el mapa y proclamar repúblicas. Por narices y votando para que el trazo sea más o menos grueso. Obligando a parte de la población a comulgar con ruedas de molino. Esta es la más habitual y parece casi la única. Sin embargo la peor de las formas es la que enfrenta a los españoles en nombre de la unidad nacional. Sí, siempre hay quien piensa que la unidad de España es un problema legal o de aritmética (sumas o restas de territorios, aumento o disminución de riqueza económica...) o de mezclas de colores en una bandera muy, muy, grande. Y el que piense esto o algo parecido está muy equivocado. Y si tiende a enfrentar a unos y otros, está siendo desleal con sus compatriotas.

La unidad de un país tiene que ver con los derechos de las personas, con los deberes de esos mismos sujetos; con la sensación de pertenecer a un grupo, a unas tradiciones, a una cultura; o con la sensación contraria, con la de rechazo. Tiene que ver con todo esto aunque, sobre todo, con las creencias. Si un grupo cree estar fuera, no hay nada que hacer. Estar convencido es mucho más poderoso que saber de obligaciones legales o morales.

Mientras el PP, Ciudadanos y Vox, hablan de la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, de mano dura con el que quiera saltarse los límites legales, de una España rota y atacada; los nacionalistas se refugian en ese territorio de la creencia, de la idea (equivocada, manipuladora, grotesca y anacrónica). Los nacionalistas siempre van por delante y los otros no terminan de aprender de lo que ya hemos vivido durante los últimos meses. En concreto, Pablo Casado (compitiendo para convertir al PP en un partido de extrema derecha y con un discurso populista al máximo) y Santiago Abascal (intentando convertirse en el arquetipo de fascismo moderno) siguen amenazando, levantando el palo para que se les vea bien. Van a lograr que el nacionalismo español más añejo y peligroso sea relevante. Mal negocio.

Personalmente, creo que las ideas nacionalistas de parte de los catalanes son inaceptables, que Pedro Sánchez ha sufrido en sus propias carnes lo que significa el fanatismo que siempre demanda más y que ese fracaso es la prueba de que el diálogo es imposible (queda muy bonito, pero es una entelequia), que lo que ha faltado es pedagogía en Cataluña por parte de los Gobiernos democráticos desde la llegada de la democracia. Creo que la amenaza es mal camino y solo beneficia a los nacionalistas que manejan el papel de víctimas con maestría. Y creo, sobre todo, que no podemos apelar a la unidad de España dividiendo a los españoles.

Ya que Oriol Junqueras ama España y a los españoles, deberíamos hacer un ejercicio amoroso, entre cínico y práctico, que nos permita seguir viviendo sin pelearnos, unos con otros, los próximos cien años. Por lo menos, los próximos cien años.