La chavala que no podía reír

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19 nov 2017 / 18:34 h - Actualizado: 19 nov 2017 / 18:35 h.

No sé lo que pretende aportar el juez del caso de la violación de los sanfermines admitiendo un informe privado de la vida de la víctima los días después a los hechos. No sé a dónde lleva ver a la víctima intentando hacer vida normal, intentando huir del horror que ella denuncia, intentando recuperar la inocente vida de una dieciochoañera truncada por la barbarie de los machitos en manada. ¿Acaso si se demostrara la promiscuidad de la chavala ello merecería el padecimiento al que de por vida se va a ver sometida?, ¿acaso la condición de vida de la víctima puede ser una justificación de todo o parte de lo ocurrido?

Se busca, sin duda, a raíz de su modo de vida cuestionar la versión de la denunciante y eso en sí mismo es un acto de violencia. La admisión de la prueba lleva implícito un peligroso discurso social hacia la dignidad de la mujer desde el momento en que parece asociar la veracidad, incluso el merecimiento o no, con el grado de padecimiento posterior. Parece que es poco dolor la violación en sí, los miedos de por vida, los traumas, los ascos, parece que además de violada, para ser creída, tiene que encerrarse y pasar con vergüenza el hecho de ser víctima de violación y no mostrar actos que hablen de una persona que pretende superar los traumas cuanto antes por medio de la normalidad y la vida cotidiana. ¿Todo hubiera sido igual para un hombre violado?, seguro que no y esa es la cuestión.

Los jueces hablan por medio de las sentencias, y habrá que esperar, pero admitir esta prueba parece un acto de violencia contra las mujeres.

No sé lo que pretende aportar el juez del caso de la violación de los sanfermines admitiendo un informe privado de la vida de la víctima los días después a los hechos. No sé a dónde lleva ver a la víctima intentando hacer vida normal, intentando huir del horror que ella denuncia, intentando recuperar la inocente vida de una dieciochoañera truncada por la barbarie de los machitos en manada. ¿Acaso si se demostrara la promiscuidad de la chavala ello merecería el padecimiento al que de por vida se va a ver sometida?, ¿acaso la condición de vida de la víctima puede ser una justificación de todo o parte de lo ocurrido?

Se busca, sin duda, a raíz de su modo de vida cuestionar la versión de la denunciante y eso en sí mismo es un acto de violencia. La admisión de la prueba lleva implícito un peligroso discurso social hacia la dignidad de la mujer desde el momento en que parece asociar la veracidad, incluso el merecimiento o no, con el grado de padecimiento posterior. Parece que es poco dolor la violación en sí, los miedos de por vida, los traumas, los ascos, parece que además de violada, para ser creída, tiene que encerrarse y pasar con vergüenza el hecho de ser víctima de violación y no mostrar actos que hablen de una persona que pretende superar los traumas cuanto antes por medio de la normalidad y la vida cotidiana. ¿Todo hubiera sido igual para un hombre violado?, seguro que no y esa es la cuestión.

Los jueces hablan por medio de las sentencias, y habrá que esperar, pero admitir esta prueba parece un acto de violencia contra las mujeres.