La ciudad saludable tiene que tener salud física, psíquica y social

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09 dic 2017 / 23:05 h - Actualizado: 09 dic 2017 / 23:06 h.
"Medio ambiente","En verde"
  • La ciudad saludable tiene que tener salud física, psíquica y social

El poder municipal no puede solucionar todos los problemas. Hay tribulaciones que vienen de niveles superiores. Los desequilibrios, el nivel de pobreza, y los descartes como diría el papa Francisco, en España van en aumento. Este año seguro que muchos hogares sufrirán pobreza energética. El sol sigue siendo un bien público de uso escaso en España gracias a nuestro descabellado sistema energético, sin que ningún gobierno lo arregle. La ciudad de Sevilla, desde la Agencia de la Energía, ha contribuido a que este bien público lo sea de verdad.

Una ciudad quizás querría ser una urbe de acogida para los desgraciados migrantes pero, aunque quisiera, las decisiones del gobierno de la nación hacen que los migrantes no entren de forma reglada, en el número al que nos comprometimos. Con esto queremos señalar que los alcaldes se encuentran con cuestiones que les vienen de fuera pero cristalizan en la ciudad generando problemas. También se encuentran con disparates de alcaldes anteriores y también tienen que afrontar soluciones para ellos si quieren una ciudad mejor.

Con esta introducción no queremos decir que los alcaldes actuales no pueden hacer cosas. Ni mucho menos, tiene una responsabilidad adquirida con sus ciudades y pueblos que tiene que afrontar. Ya llevamos manifestando desde hace semanas que el modelo de Ciudad Saludable del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, es un buen modelo para una ciudad. Un modelo que va más allá de discursos convencionales, muchas veces impuestos desde fuera, llenos de vacío de praxis que no conducen a nada.

La ciudad de Sevilla tiene un modelo. La salud urbana es esencial en el modelo de ciudad de acuerdo con las conclusiones de la reunión de Quito de octubre de 2016 –«Health as a Pulse of the New Urban Agenda», United Nations Conference on Housing and Sustainable Urban Development, Habitat III–, donde se puso de manifiesto la importancia de la misma en el diseño futuro de las ciudades. Pero no hay que olvidar el presente. El diseño saludable de las ciudades es necesario, pero volver saludable nuestras ciudades hoy es imprescindible.

Unas 30.000 personas morirán en España en el año 2018 de forma anticipada por la mala calidad del aire de las ciudades si no hacemos algo. La contaminación de las ciudades enferma y mata y tenemos que conocer los detalles y poner los medios para transformar el hábitat urbano en un hábitat saludable. Tenemos que conocer los detalles de la atmósfera que se respira en cada barrio de la ciudad. Cualquier transformación urbana del tipo que sea debe partir del conocimiento de la matriz ambiental del enclave, como se ha hecho, en el marco del modelo de Ciudad Saludable de Juan Espadas, con la actuación en la avenida de El Greco, donde se conoce la situación de partida, con lo cual podemos establecer una situación de llegada, que debe ser saludable para los vecinos.

Dicha avenida se ha convertido en un auténtico laboratorio urbano, nunca lo habíamos tenido con esta perspectiva transdisciplinar, con una intensa inclusión de la perspectiva sanitaria. La confluencia de las áreas de Urbanismo, Bienestar Social y Empleo y Medio Ambiente y Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla, junto con Emasesa y con la Universidad de Sevilla, ha dado un resultado excepcional para la ciudad con una nueva concepción de la visión de las transformaciones de la ciudad con la persona como fin.

En esta tribuna queremos poner de manifiesto la importancia de la infraestructura verde, el sistema verde urbano, y muy esencialmente el arbolado de las calles y avenidas, en la salud de la ciudad, de acuerdo con la Tesis Doctoral de Teresa Figueroa-Luque, de la Universidad de Sevilla (dirigida por Juan Ramón Lacalle, Ángel Vilches y Manuel Enrique Figueroa) donde se expone la necesidad de favorecer ciudades saludables, ecológicas, biofílicas y sociales.

La salud en las ciudades, entendiendo por salud no la mera ausencia de enfermedad sino también el bienestar y la calidad de vida, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se ha convertido hoy en una grave preocupación. De acuerdo con la citada tesis, la salud en la ciudad incluye también la facilitación de la salud social. El sistema verde de las ciudades y pueblos, en el conjunto de sus sistemas libres, es un componente esencial de la ecología de la ciudad y del paisaje urbano, con implicaciones no solo en los aspectos relacionados con la percepción de un urbanismo más amable y amigable, sino con cuestiones relacionadas con la salud y la calidad de vida.

La vegetación urbana, incluidos los árboles de las calles, mejora nuestra salud personal e impacta de manera muy profunda en nuestras emociones, de acuerdo con la hipótesis de la biofilia Contribuye al equilibrio psicológico, incrementado la calidad de vida y el bienestar de las personas, ayudando a establecer vínculos entre los ciudadanos y la Naturaleza, y de unos ciudadanos con otros. La vegetación urbana, de acuerdo con Teresa Figueroa-Luque y colaboradores, mejora la calidad del aire reduciendo la contaminación de la atmósfera de la ciudad, eliminando contaminantes atmosféricos, como las partículas en suspensión (PM10 y PM2.5). También modifica el microclima urbano, debido principalmente a la reducción de la temperatura por la sombra y la transpiración, reduciendo la exposición a radiación solar directa, e interceptando la radiación ultravioleta (UVA, UVB, UVC).

El ruido afecta la salud física, psíquica y social de la ciudad, y la vegetación urbana ayuda a disminuir la contaminación por ruido. Especialmente, el arbolado de las calles y avenidas mejora la salud social de la ciudad favoreciendo lugares de encuentro y, con ello, la convivencia y la socialización de la ciudadanía.

Por todo ello, una ciudad saludable debe cuidar de manera exquisita su sistema verde urbano ya que es una base esencial de la salud urbana y esto sí puede ser facilitado por el Gobierno local, favoreciendo la salud física, psíquica y social de la ciudadanía. Todo proyecto urbano debe contemplar la protección del arbolado existente, incluir el arbolado necesario para la salud urbana y, si fuese necesario realizar modificaciones de la infraestructura verde, hacerlo de forma muy justificada y con las debidas compensaciones ambientales y sociales.