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La congregación de la saga Pujol

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12 may 2017 / 22:51 h - Actualizado: 12 may 2017 / 22:59 h.

Marta Ferrusola, no tiene nada que ver con un modelo de familia matriarcal, por la turbia dedicación de oficiar la ingeniera financiera del poder masculino, más allá de la doméstica. Un personaje tan obtuso, como lo que representa, modo de hacer política y dinero, presuntamente corleónico, es una simpleza interesada apodarla matriarca.

Un matriarcado no equivale a una ginecocracia (gobierno de las mujeres). Una dictadura de mujeres seguiría siendo patriarcal, por basarse en la dominación de unas pocas personas sobre el resto. En un matriarcado los varones no son excluidos de puestos de responsabilidad y liderazgo, por el hecho de ser hombres.

Con la dualidad patriarcal/matriarcal no estamos haciendo referencia a qué sexo detenta el poder, sino a cómo se administra el poder, y en base a qué valores y prioridades se distribuyen los bienes materiales, y organizan los recursos humanos.

Lo matriarcal es transversal, es una cosmovisión universal, opuesta al dominio violento y la explotación irresponsable de los bienes naturales. Un matriarcado autoritario no es matriarcado, es patriarcado. El modelo de madre dominadora es propio de la mentalidad patriarcal, no matriarcal.

El descubrimiento de la primitiva gens de derecho materno, como etapa anterior a la gens de derecho paterno de los pueblos civilizados, tiene para la historia primitiva la misma importancia que la teoría de la evolución de Darwin para la biología ¿Dónde está el matriarcado de la saga Pujol?

Esta parte de la cosa política, está tan podrida, y es tan enorme el engorde de los patrimonios, tan diversas sus formas, tan extensa su aplicación, tan endogámica su administración, que esa riqueza ilícita, se ha constituido en una fuerza irreductible opuesta al bien común.

La caza furtiva de la riqueza, no puede ser tolerada, es demasiado barato robar a lo grande en este país. Por eso la importancia de clausurar ese tipo de conventos, que forma parte de esa red de los por cientos, los sobres, o misales, en el que unos ponen la mano de obra barata del monaguillo, y otros llenan su cepillo parroquial.