La cruzada contra Alaya

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12 abr 2019 / 08:47 h - Actualizado: 12 abr 2019 / 08:50 h.
  • La cruzada contra Alaya

Un retrato de un Despacho desvencijado del Instituto Tecnológico de Massachusetts nos muestra a un viejo Profesor de pelo cano de espaldas a una puerta vetusta.

Se trata de Noam Chomsky.

En 1.988 editó una obra maestra llamada “Los Guardianes de la Libertad”, que iba precedida con una cita de John Milton, en la que afirmaba que quienes han apagado los ojos al pueblo, merecen ser reprochados por su ceguera.

No cabe duda de que la democracia en España es un producto muerto, donde unas mismas cosas son idénticas o lo contrario según el pagador, que ya decía Polanco que el periodista era mercenario (él utilizaba otra expresión que ahorraré por cortesía al lector), no en vano el mismo Grupo editorial que sostenía en las primarias del PSOE a una candidata, ahora hace levitar al contrario hacia revalidar la Presidencia.

Hace aproximadamente cinco años, Sevilla hervía alrededor de la figura de la Jueza Alaya, con la creación de Plataformas de apoyo y ahora, en cambio, algún medio no cesa en atacarla con cierto oportunismo, ante el desdén de esa misma ciudad en la que jamás ninguno de sus hijos permanecerá en la cima, sin bajar al cadalso y la sima de la envidia y el resentimiento.

No todos los Abogados soñamos con ser Jueces o Fiscales; y al aceptar el ejercicio profesional, convinimos en que la consecución de la felicidad la depositaríamos en otros que administran Justicia, con lo que probablemente –he llegado a esa convicción- erramos en nuestra vocación.

La perspectiva del Abogado es siempre subjetiva; pero si me preguntan cuál es el sentido de aquella, solo tenemos la aspiración de la imparcialidad y de la equidad, algo que, como tantas otras virtudes, se nace con ellas o se carece de ellas para siempre.

En estos largos años que uno ve acumulados en cientos de carpetas y cicatrices de lo en algún caso pudo ser y no fue, uno se pregunta quién defiende a quienes la administran con independencia y libertad.

Y es que yo, que fui alumno del Colegio San Francisco de Paula y aprendí del padre (también lingüista) de un magnifico Magistrado de la Audiencia sevillana, ya solo espero de la sociedad respeto al trabajo de quienes la ejercen.

La lucha de la Jueza Alaya durante estos años contra el poder, es algo que sólo ella conoce. El poder de un Régimen que amenaza a los discrepantes, que injuria y disipa rumores contra familias y personas, únicamente se aprecia y sufre cuando éste se defiende de la obligación del cargo y de la libertad.

Y es que sin entrar en más consideraciones porque al fin y al cabo ejerzo en esta ciudad, si hay algo que distingue a la Jueza Alaya es su libertad.

Libertad de pensamiento; libertad de opinión (que hasta eso pretenden cercenarle) y libertad (que es independencia) en el hecho de hacer justicia. La justicia ha de prevalecer frente a la propaganda, que no es más que la coerción propia de un Estado totalitario.

Cese pues ese ruido (que no sonido), frente a los Jueces independientes que, sometidos a la sana crítica, aun se empeñan en hacer justicia en esta milenaria ciudad que ahora afronta su Semana de Pasion junto al azahar tardío.