Los medios y los días

La economía, ¡estúpidos!

Image
24 jul 2019 / 07:30 h - Actualizado: 24 jul 2019 / 07:30 h.
"Televisión","Empresas","Comunicación","Universidad","WhatsApp","Periodismo","Pensiones","Política","BCE","Los medios y los días"
  • El presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez. / E.P.
    El presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez. / E.P.

Ayer y hoy seguiré en mis asuntos que son asuntos públicos también: leer, estudiar, prepararme como profesor e investigador adscrito a una universidad pública, repasar mis próximos libros sobre actualidad, comunicación y periodismo, a publicar uno este año y otro en 2020. Sospeché que no me iba a perder nada si me detenía a escuchar a los llamados líderes políticos que de líderes tienen lo mismo que yo de hitita. Por lo que les leo a mis colegas columnistas, el asunto fue como se esperaba porque si el pescado no está ya vendido en los despachos –como suele suceder en política tanto propiamente dicha como universitaria- los plenos sólo sirven para el lucimiento retórico de quienes hablan.

Si todos nos entretenemos en escuchar lo que dice este personal y luego en usar las redes sociales, hablar por el WhatsApp, bañarnos en playas y piscinas o ir de movida, ¿quién estudia realmente en España?, ¿quién hace de friki? A mí me interesan como ejemplos la vida de los grandes humanos como Ramón y Cajal o todos esos frikis que ahora mismo están investigando o elaborando tesis doctorales o pintando. Como periodista, profesor e investigador no tengo más remedio que taparme la nariz y escuchar a los “padres de la patria”, pero la verdad es que a mí este personal hace ya bastantes legislaturas que dejó de interesarme intelectualmente porque ni siquiera se pertenecen ni nos representan. Si hace siglos que sabemos que son meros sujetos en manos del poder de verdad –tal y como nos enseñan las experiencias de Grecia y Venezuela, por colocar dos recientes- yo lo que quisiera es escuchar en Las Cortes a los que mandan, no a estos que si se les ocurriera sacar los pies del plato los mandarían a la Venta del Nabo.

España ya no se pertenece de verdad, puede hacer sus cositas pero no sus cosotas. Y lo malo es que los parlamentarios que estos días charlan para decir lo de siempre ni abordan cositas ni cosotas. Inglaterra detiene a un petrolero iraní en aguas españolas y agachamos las orejas, desde 1898 somos un país al que no se respeta ni levanta cabeza ni orejas. El BCE nos tiene agarrados por ahí, la deuda externa supera el billón de euros, gran parte de ese dinero se lo debemos a personas multimillonarias extranjeras, no sólo a bancos públicos o privados y aún hay comunidades autónomas que inauguran televisiones autonómicas que no ve ni un dos por ciento de los receptores como le pasa a la nueva televisión valenciana. No hay poder adquisitivo como para llevar el tren consumista que nos ponen por delante, el gasto en pensiones supera al ingreso por cotizaciones y tarde o temprano la caja se quedará vacía, ni los jóvenes trabajan en condiciones y comienzan a cotizar muy tarde, si es que comienzan, ni los mayores cobran dignamente por los 30 o 40 años que se han tirado sirviendo a la sociedad.

Y estos señores que se resuelven la vida en el hemiciclo, intentando demostrar lo bien que hablan, conscientes de que no son nadie, de que toda reforma radical que deseen hacer tiene que recibir el plácet de quienes los pusieron ahí para que reciban las bofetadas de público y prensa mientras ellos observan detenidamente lo que hacen. A mí no me interesa lo que se dice en Las Cortes sino lo que se decide en los despachos, en el interior de los partidos, en petit comité, en los consejos de administración y las reuniones secretas de los grandes magnates de las grandes empresas, en las cenas restringidas, privadas y discretas de los que están más arriba incluso del que llaman el hombre más poderoso del mundo que dicen que es el presidente USA (ja, que le digan eso a Nixon y a Kennedy).

Estos llamados líderes políticos que me aburren no son más que listos y pringados que tienen que existir para que el juego siga y parezca interesante y lindo. Durante la etapa Clinton –años 90- se utilizaba mucho en EEUU la frase “the economy, stupid”, “la economía, estúpido”. Pues eso, y menos sermones que ya me sé todos los cuentos, como decía el gran León Felipe.