La verea

La Esperanza de la Semana Santa

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Ezequiel García ezegarcia85
21 abr 2019 / 13:52 h - Actualizado: 21 abr 2019 / 13:57 h.
"La verea"
  • Imagen del Señor Resucitado.
    Imagen del Señor Resucitado.

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Se nos fue como se va un suspiro. Como aquel suspiro de aniversario de la Macarena en la Plaza de España. Un suspiro que muchos querrían eterno, con la bendita consolación de las Glorias que cada fin de semana llenarán, junto al calor y al buen tiempo, las calles de la Sevilla de ayer y de hoy. Se nos fue pero nos queda la Esperanza, con mayúsculas. Y no sólo la Macarena, la de Triana o la de la Trinidad.

Atrás quedaron los regueros de cáscaras de pipas, las interminables sillitas en cualquier lugar para hacerte dueño de la calle sin pagar hipoteca, el no disfrutar de una chicotá o un rezo ante una Sagrada Imagen por hacer una foto con el zoom multiplicado por cinco, cuando Jesús Barrera, Belén Vargas, Javier Comas, Juan Carlos Vázquez o Juan Raya tienen algunas instantáneas que quitan el sentío. Ya se ve lejos el Santo Martes o el Martes Santo, el desarraigo de algunos con la fiesta más importante de la ciudad y el fanatismo exacerbado por creerse dueño y señor de su cofradía.

Hay mucha Esperanza. La vi en los cientos de niños que inundaban todas las Hermandades vestidos con sus ropajes de monaguillos o con preciosas coletas y lazos repartiendo caramelos y estampitas entre el bullicio. Veo Esperanza en que, a pesar de la lluvia y que inocentes penitentes jueguen en el interior de la Catedral aguardando una decisión por la lluvia, hagan una amistad jugueteando, mientras tú, que criticas, te dedicas por el grupo de WhatsApp de padres a criticar a sus profesores que intentan hacer de ellos mejores personas.

Hay Esperanza, aunque parezca nimia, porque el barco que antaño llevaba los cantes de ida y vuelta entre Sevilla y Cádiz, ha zarpado de nuevo desde la orilla del Guadalquivir hasta La Caleta, derribando el cansino e inútil peaje de dos tierras hermanas que ya se unen bajo los sones de Rosario de Cádiz o la Salve del coro de Julio Pardo, junto al Canijo de Carmona, mientras que en febrero la chirigota Daddy Cadi conquistó el Falla, a la Viña y al Mentidero. Es la clara muestra de que la Esperanza mueve a la Fe, y esta reina sin fronteras inútiles.

Hay Esperanza en recuperar estampas perdidas, en enriquecer el patrimonio histórico-artístico de las hermandades. Bendita sean las manos que siguen mejorando bordados, canastillas, dorados o nuevas imágenes nacidas de gubias inspiradas y movidas por Él, que todo lo puede. Sirvan de ejemplo la corona de Los Negritos; el Nazareno de Miñarro en esa perla caoba y bronce del Cerro; la recuperación del dorado del Pilatos de San Benito; el giro que dará el palio Carmelita; el toque romántico del Jueves Santo con La Exaltación desde su excelsa Santa Catalina; la túnica del Señor de los Gitanos; el nuevo paso que viene del Cachorro o la culminación de la cofradía de los Servitas con tanta personalidad. Sin olvidarnos de lo que ha supuesto recuperar para Sevilla el Domingo de Resurrección hasta bien entrada la tarde.

Hay Esperanza por la Caridad. El que piense que somos unos retrasados -término ya de por sí deleznable- por adorar a “simples trozos de madera”, no sabe de lo que habla. Déjenlos con sus lazos amarillos y sus comentarios faltones por redes sociales. ¿A cuántos ayudan ellos a salir de una vida sin horizontes? Nuestras 124 hermandades, sólo de Sevilla capital, ayudan directamente a más de 28.000 personas cualquiera que sea su procedencia, religión, ideología o cualquier otra circunstancia.

Hay Esperanza porque cada vez que usted deposita un donativo como particular o empresa como devoto o simpatizante, de cada euro dado, 99 céntimos van para el que no tiene nada que llevarse a la boca. Lo que falta, para hacer las fotocopias. Y no lo digo yo. Lo dice el informe anual que elabora el Consejo de Hermandades. Pero aplíquese esto para cualquier hermandad de cualquier pueblo de la provincia o de nuestra Andalucía. Sin hablar de los más de 1250 voluntarios que ayudan directamente a más de 5000 personas. Sé de lo que hablo. Tengo alumnos y alumnas en mis Salesianos de la Trinidad que así lo demuestran, llenos de ilusión por coger e irse con su hermandad a la planta de Oncología infantil del Virgen del Rocío y robar una sonrisa, ¿verdad, Carmen? No todo va a ser estudiar para Selectividad.

Hay Esperanza en la música. Da igual que sea Cigarreras, Sol, Tres Caídas, Virgen de los Reyes, Presentación al Pueblo, Encarnación, Bendición y Esperanza, Esencia, Centuria, Rosario, Virgen de Gracia, Carmona, Salteras, Pilas, Mairena, Alcalá... Lo importante es que seguís enseñando que, por la música, muchos jóvenes encuentran una salida y un camino hacia la verdad y la vida, como marcó el que hoy ha resucitado. Seguid marcando la clave de Sol a fuego en nuestros corazones. Allá por donde vayáis.

Hay Esperanza de ir a tierra de fronteras. Hay que emigrar a esos barrios donde no redobla un tambor, no marcan las chicotas el compás de los tiempos en la Semana de Pasión. Barrios necesitados de Dios, abandonados por la sociedad que gira rápido. Allí, queridos párrocos y directores espirituales, tenemos que poner el foco. No digo que no se haga. Digo que hay que volver, y volver, y volver. Que vean en vosotros y en las agrupaciones parroquiales o hermandades un halo de Esperanza a un presente oscuro. Tomad el ejemplo del Cerro del Águila, del Tiro de Línea, del Polígono Sur, de La Sed o de La Milagrosa, entre otros muchos. O del Gran Poder, que saldrá de San Lorenzo camino de la otra Sevilla.

Y acabo. Hay Esperanza porque la juventud que viene, con sus fallos y aciertos, llega con ganas de cambiar el mundo. Quizás, cierto, pegado a una pantalla. Cosas de la edad. Generaciones diferentes. Que una casa-hermandad esté inundada de jóvenes es sinónimo de salud y futuro. Permítanles, señores adultos, que propongan, hagan y que su corazón loco, que late más rápido que el suyo y el mío, que ve donde nadie otea a nuestra edad, proponga. Ya la voz de la experiencia le dirá pros y contras. Pero que sigan cogiendo peso. Porque si hay Esperanza en todo lo que rodea a nuestra Semana Santa, debe haber Esperanza en los jóvenes. En el día de la Resurrección de 2019, hágase la máxima que Jesús nos dejó dicha a todos: “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Feliz Pascua y que nunca falte la Esperanza.