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La fe en nuestro tiempo

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22 abr 2017 / 17:16 h - Actualizado: 22 abr 2017 / 21:24 h.

Hace unos diecisiete mil millones de años se produjo el big-bang originador (no creador) del Universo, del que, hoy, solo se conoce el 4%.

Miles de siglos después apareció la vida en la Tierra. Desde las bacterias evolucionó hasta llegar al homo sapiens sapiens, el primer simio consciente de la inevitabilidad de su muerte, del que procede el hombre actual.

La Tierra no es el centro del Universo, el Sol no gira a su alrededor. Los pasajes del Génesis sobre la primera pareja humana no pueden interpretarse literalmente. El pecado original no existió; otros dogmas se apartan igualmente de lo que puede creerse. Reformulémoslos. Los católicos deberíamos ser humildes, limitarnos a las verdades fundamentales. Dios existe, es bueno, creó el universo y le dio autonomía. Jesús fue elegido por el Creador para legar a los seres humanos un mensaje de esperanza: para acceder a su Reino basta con un buen comportamiento para con los demás, única forma de probar el amor a Dios. Debemos querer al prójimo como Jesús amó a cuantos lo conocieron.

Comprender cómo pueda ser Dios está fuera del alcance de la inteligencia humana, al igual que no se acepta fácilmente la impotencia (aparente) del Creador para evitar el mal. Por eso se precisan medios de acercamiento, como los sacramentos, las verdades reveladas, las cofradías de Semana Santa.... Pero no debemos olvidar que son solo instrumentos que nos ayudan a conservar la fe y a vivir con la esperanza de que, como Jesús, resucitaremos a una vida nueva en el no tiempo, es decir, sin fin.