La feminización de la pobreza

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Pepa Violeta Pepavioleta
31 mar 2019 / 15:40 h - Actualizado: 31 mar 2019 / 15:44 h.
  • La feminización de la pobreza

En el siglo en el que más horas de televisión consumimos y más experiencias vivimos a través de una pantalla, es momento de pararnos a pensar y reflexionar sobre la importancia que los medios de comunicación y la propaganda, tienen en nuestras vidas. De que manera esta información previamente tratada y manipulada llega a la ciudadanía, como guía nuestras opiniones y con qué intención se guarda en el cajón lo que no interesa ser mostrado. Si somos conscientes de estas premisas, ya habremos pegado un salto importante a la hora de enfrentarnos a la manipulación mediática. Y podremos ser un poco más libres.

Esta semana hemos celebrado el día internacional de las trabajadoras del hogar y me ha resultado bastante triste, que la precariedad que las rodea, no haya sido tratada en los medios con la rigurosidad que merece. Desde el movimiento feminista se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones, la importancia de que se legisle y proteja a estas trabajadoras, en su mayoría mujeres migrantes, que ven como en pleno siglo XXI siguen siendo víctimas de una esclavitud silenciada, incluso legitimada por personas que hasta se auto-denominan progresistas. Es el caso de la internas inmigrantes y también el de mujeres con pocos recursos, que tienen que aceptar condiciones laborales miserables para mantener a la familia.

La pobreza tiene nombre de mujer y hay poco atisbo de cambio. Básicamente porque al patriarcado le interesa mantenernos en la pobreza. Para seguir consolidando los lazos de dependencia y acortar los deseos emancipadoras de las mujeres liberales, peligrosas, que empoderadas y sin miedo para gritar por sus derechos, pueden desestabilizar un sistema muy bien montado para ellos.

Vivimos en un sistema patriarcal y androcéntrico, donde todo gira entorno a la concepción humana del hombre varón, que en su situación histórica de poder y privilegio, ha configurada una mirada única con la que conformar nuestro entorno social y las relaciones personales. Los medios de comunicación como parte de este engranaje, se contaminan de esta mirada única y androcéntrica y ofrecen por lo tanto contenidos que no fomentan las relaciones equilibradas entre hombres y mujeres, discrimina, y no protege la pluralidad ni la diversidad.

Esta tónica es habitual y lo vemos reflejado en titulares vergonzosos que nos muestran los estigmas sociales hacia la pobreza y especialmente la invisibilización de la pobreza femenina. Los medios de comunicación atienden a los que ellos llamas agenda setting, es decir una serie de contenidos sobre política, economía, deporte y sociedad, que todos los medios reproducen sin excepción. De ahí que poco diste el contenido que puede ofrecernos La sexta, ABC, el mundo o la SER. Todos hablan de lo mismo y de la misma forma. La pobreza no es un tema que lleven en sus agendas Setting, por lo tanto no existe.

La pobreza tiene rostro de mujer

La tasa de riesgo de pobreza de las mujeres ha pasado del 8,9 al 13,1%, superando con creces la que presentan los hombres. Una de las causas es que tras la maternidad, las mujeres se agarran a la reducción de jornada para poder conciliar o abandonan su carrera profesional. En España, nos encontramos por tanto con una panorama desalentador, donde las mujeres tienen a nivel general mayor formación que los hombres, pero son las reinas de la media jornada, el trabajo precario y el agrícola. Estos hace que nuestro país sufra una importante brecha salarial que afecta al poder adquisitivo de las mujeres. Inevitablemente la maternidad, la conciliación y la dependencia económica las coloca como potenciales víctimas de exclusión social y pobreza.

Esta dinámica se repite en casi todo los países del mundo, excepto los nórdicos. Principalmente por el sistema patriarcal bajo el que se configuran las relaciones de poder y el capitalismo. En segundo lugar, por la escasa implicación de los gobiernos en acabar con esta brecha salarial que perjudica sistemáticamente a las mujeres, independientemente del país de origen. Es aquí donde los medios de comunicación deben adquirir el compromiso de visibilizar, explicar y concienciar de una realidad silenciada y ejercer presión para que los gobiernos legislen y protejan el mercado laboral.

Hablar de pobreza en los medios no vende

Los medios de comunicación, el cine, la televisión, la publicidad... se mueven y desarrollan contenidos para la sociedad del espectáculo que demanda información rápida, atractiva y de consumo inmediato. Los medios, nos han ofrecido de forma generalizada una imagen de la mujer estereotipada, que perpetua el sexismo. La perspectiva de género con la que tratar textos e imágenes brilla por su ausencia, por lo que no es de extrañar que las noticias que hacen referencia a la pobreza, se hagan de forma generaliza y sin tener en cuenta a la mujer como sujeto activo. La pobreza no vende y eso es una realidad. Los mass media necesitan aumentar sus cuentas de resultado a través de la publicidad, los patrocinadores y los niveles altos de audiencia. Volvemos a la pescadilla que se muerda la cola, ¿la pobreza no se exhibe en los medios de forma generalizada dado que presenta poco interés para la audiencia? ¿o acaso cómo los propios medios no la incluyen en sus agendas, los consumidores no echan de menos este tipo de contenidos?

Esta semana, hemos tenido en bandeja la oportunidad para tratar la pobreza femenina, usando como ejemplo la precariedad de las mujeres que trabajan en el hogar. Volvemos a caer en demagogia barata, llenando espacios de vacío informativo. ¿Y para cuándo dejamos la reflexión?

Un informe de la Fundación Alternativas asegura que sólo 410.634 empleadas del hogar están afiliadas a la Seguridad Social, frente a las más de 600.000 empleadas reales. Sin derecho a paro, ni a prestación, sin coberturas sociales y pudiendo ser despedidas sin justificación...¿de verdad que no son suficientes los motivos para crear debate y despertar conciencias a través de los medios de comunicación? Por eso me hace gracia cuando los “señoros” de turno, nos acusan a las feministas de meternos en todos los charcos. Y yo siempre respondo ¿acaso lo harás tú? ¿acaso estás dispuesto a bajarte de tus privilegios de cuna para construir un mundo de iguales? Porque ya sabemos las respuestas a estas preguntas, tenemos que seguir visibilizando realidades que interfieren en nuestro desarrollo personal y profesional. Ver crecer a nuestras niñas sabiendo que podrán ser autónomas, libres, independientes y solventes. Dignificar profesiones y acabar con el estigma de la pobreza que nos aleja de esa sociedad madura, que cada vez tenemos más cerca.