El bailaor sevillano Israel Galván estrenó el pasado sábado La Fiesta, en una pequeña localidad cercana a Viena, Sankt Poelten, y, según contó Silvia Cruz en El Español, parte del público se fue del teatro antes de finalizar la obra. Según parece, esto no es normal en aquellas tierras. ¿Sigue siendo un incomprendido? Lo cierto es que tiene miles de seguidores en todo el mundo y que será por algo. Lo avala una trayectoria jalonada por muchos éxitos y, fundamentalmente, por su creatividad. Israel es un creador, a veces irreverente, esto es, poco respetuoso con el flamenco más clásico, que conoce como pocos. Está claro que cree en lo que hace, porque no retrocede un solo milímetro si no es para coger impulso. Siempre ha tenido el baile a rompedores como Israel, desde el decimonónico Miracielos hasta Gades, pasando por La Argentinita, Vicente Escudero, Antonio Ruiz o Mario Maya. De todos ellos ha quedado algo y contribuyeron a la evolución del baile. El sevillano está rizando el rizo, aunque a veces espante a los aficionados y no parezca nuestro mejor embajador.