La identificación de la Falange

Desde abril de 1937: todos falangistas según el estilo franquista... De un plumazo acabó Franco con la anarquía de una Falange descabezada, con el enfrentamiento a muerte entre falangistas y tradicionalistas, y con la dispersión de las fuerzas de derechas

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20 sep 2017 / 08:36 h - Actualizado: 20 sep 2017 / 08:38 h.
"Tribuna"
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  • Falangistas de 1936. / El Correo
    Falangistas de 1936. / El Correo

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Pero, ¿cuál es la Falange auténtica? –preguntó José León–. Ese es el principal problema que tenéis que aclarar los viejas guardias; es decir, fijar el punto de partida... Nosotros los cenetistas sabemos perfectamente que nuestras ideas básicas son inmutables, pero sin perder de vista las realidades sociales, económicas y políticas de España en cada época. Ustedes tenéis una confusión mental enorme... Podemos dar por bueno que la Falange que queréis rescatar es la fundada por José Antonio y Ledesma Ramos en marzo de 1934; o sea, la Falange Española de las JONS. Esto quiere decir que ya entonces, la primitiva Falange de octubre de 1933, quedó superada por la fusión con las JONS. Habían muerto tanto las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, de Onésimo Redondo, como las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, de Ramiro Ledesma Ramos... Pero también, hay que recordarlo, estaba bien muerto el Movimiento Español Sindicalista de José Antonio. Esto fue en 1934 y duró hasta noviembre de 1936, cuando fusilan a vuestro fundador...

José León se dio un respiro, como reflexionando sobre lo que acababa de decir. Carlos escuchaba atento al anarquista:

—Franco supo ver que la Falange necesitaba un mando único y firme. Es más: comprendió que la guerra no la podría ganar con unas fuerzas políticas enfrentadas entre sí, como sucedía precisamente en nuestro bando y por eso perdimos la partida... Entonces, hizo lo mejor que podría hacer un hombre con sus responsabilidades y mando absoluto: unificar a la Falange con la Comunión Tradicionalista y meter en el nuevo partido, nuevo en todos los sentidos, a los numerosos grupos derechistas e individualistas que se habían formado contra las izquierdas. Así que, querido Carlos, desde abril de 1937: todos falangistas según el estilo franquista... No me dirás que no estuvo acertado el general Franco. De un plumazo acabó con la anarquía de una Falange descabezada, con el enfrentamiento a muerte entre falangistas y tradicionalistas, y con la dispersión de las fuerzas de derechas. Entonces, preguntó: ¿Es esa Falange Española Tradicionalista y de las JONS la que tú y Narciso Perales queréis recuperar?

—¡No! Por supuesto que no -contestó Carlos Toribio.

José León continuó sus razonamientos: «Pero resulta que la Falange o el Partido que nació en 1937, con Raimundo Fernández Cuesta como símbolo, terminó su ciclo al final de la guerra. Acuérdate que, en julio de 1939, Franco quitó de en medio a Fernández-Cuesta y colocó a Muñoz Grandes en la Secretaría General del Movimiento. Y que luego, una vez cesado el general, sin duda por creerse que tenía autonomía en su cargo, le sucedió en funciones Gamero del Castillo... ¡Hombre! Si sigues la trayectoria del Partido desde 1937 hasta el cese fulminante de Serrano Suñer, en septiembre de 1942, comprobarás que en todo ese período Franco lo tuvo controlado a través de su cuñadísimo... Incluso José Luis de Arrese, que se incorporó en 1941, fue un hombre de Serrano Suñer. Lo que resulta incomprensible es la continuidad de Arrese hasta este año. Pero conociendo algunas de sus actuaciones, no debe haber duda sobre su absoluta fidelidad a Franco. En resumen, mi querido amigo, para la C.N.T., no existe la Falange como partido, pero sí como organización sindical y administrativa. En ese campo sí que podríamos actuar juntos para recuperar el sindicalismo de clase, reivindicativo y al servicio de los obreros. La Sección Femenina sería otro asunto a estudiar».

Carlos Toribio inició su respuesta: «Nosotros no hemos modificado ni una palabra del ideario. Rechazamos el Estado liberal y democrático, porque lo consideramos un ruinoso sistema de derroche de energías. Y estamos igualmente contra el marxismo, en todas sus formas... Luchamos por la redención obrera frente a los abusos de la derecha, de la burguesía capitalista, que hundió la Monarquía e hizo inviable la República... Todos los puntos fundacionales de Falange Española de las JONS, siguen vigentes para nosotros, incluido el número veintisiete... O sea, que seguimos creyendo en el Estado nacionalsindicalista...».

¿Cuando dices nosotros, a quiénes te refieres? -pregunto irónicamente José León.

—A los viejas guardias -respondió Carlos.

—Pero los viejas guardias no sois ya nada en el Partido. Me refiero a los viejas guardias de verdad... Mira, Carlos, los verdaderos falangistas de antes de julio de 1936, o fueron fusilados en las retaguardia, o murieron en los frentes de batalla, o se fueron a su casa y no quisieron saber nada más de una Falange que no era la suya. Esa es la dramática verdad de la Falange de 1936. Luego habéis quedado unos pocos nostálgicos, limpios de los tejemanejes del partidismo, que continuáis llevando la camisa azul con honor... Pero no sois nada importante. Muchos como tú se han colocado en las organizaciones del Partido y en los Sindicatos, con sueldos de setecientas pesetas al mes, todo lo más, mil pesetas... Y se consideran afortunados. Pero los grandes sueldos de quince y veinte mil pesetas, los han conseguido los nuevos falangistas, muchos sin pegar un tiro en su vida... Toda esa gente que ahora vive de la camisa azul, no quiere ni oír hablar de Falange Española Auténtica ni de la utopía del Estado nacionalsindicalista... ¿Para qué? ¡Ellos ya están bien colocados! Es más, ni han leído las obras completas de José Antonio, ni les interesa su doctrina y mucho menos su noble sacrificio. Lo han convertido en una referencia obligada, cuya verdadera identidad desconocen. ¡Pobre José Antonio!