Estrena mandos este año la Centuria. Regresa Fernando Vaz a pasar revista de nuevo (aquí había sede vacante, no destitución previa de nadie) en los Campos de Marte de la Resolana donde hasta los profesores de Derecho Romano olvidan que Ticio tenía un fundo y se rinden a esa Ley de las XII Tablas convertidas en varales para contener la Belleza Imperial de la Macarena. Cabrero ha repuesto a «su niño», al que desde antaño vio fajarse en el compromiso asistencial de esta Hermandad. Eso y que nadie como Fernando sabe aunar a esta tropa con el ejemplo de la disciplina y la disciplina del ejemplo, son los motivos del retorno, ninguna otra razón ha condicionado la libertad de siempre de cada Hermano Mayor de escoger lo que entiende como mejor para la corporación. Lástima que sus obligaciones hayan dejado atrás al Teniente Joaquín Muñoz para acompañarle pero quién le puede quitar aquella gloria que tuvo, tan breve como vitalicia y que alcanzan muy pocos como es el caso ahora de Manuel Ruiz. Bien sabe Fernando lo que esta Madrugada disfrutaré de verle, si El de la túnica de Juanita Reina quiere. Y como no una coraza sino un corazón gané un día entre su recia gente, mando al César en estas líneas el tributo de Sentencia y Esperanza, oído al cornetín, con que pago por adelantado el gozo que viene, romporrón, palmeras blancas que cruzan Sevilla, desatando las manos de Dios ante una palangana sobre la que jartarnos de llorar de tanta dicha plena.