Quienes representan a una ciudad deben tener cuidado de que, cuando la ensalzan, sus palabras no vayan dirigidas a compararla con otra a la que se menosprecia. Eso es lo que ha sucedido estos días con la publicidad oficial de la Feria jerezana y la que ha hecho su alcaldesa dirigiéndose por televisión a posibles visitantes. El lema escogido ha sido el de Una feria abierta donde si, en los anuncios, podía solo presumirse una alusión a la feria cerrada de Sevilla, eso quedaba mucho más claro en las palabras de la regidora para Canal Sur diciendo explícitamente que en todas las casetas jerezanas se podía entrar libremente.
Hace ya tiempo que se intenta hacer del binomio caseta abierta-caseta cerrada la esencia de una fiesta que nunca la tuvo ahí sino, como todas las de verdad, en la capacidad de crear una ciudad distinta durante varios días. Eso es lo que sucede no sólo en Sevilla; también en el Cádiz de Carnaval, en la Pamplona de los Sanfermines, en la Valencia fallera... aunque en estos casos se transforme la ciudad cotidiana y en Sevilla montando otra fuera. Ni las peñas pamplonicas, ni las fallas, ni las agrupaciones son abiertas: tienen sus socios (que, además, gastan su dinero en ellas) y eso es lo que las diferencia. Sin embargo, el sambenito de feria cerrada, en Sevilla, se está convirtiendo en complejo no se sabe bien si de culpabilidad o de inferioridad, como se vio hace noches en El Correo TV. Es de mal educados hacerse publicidad denigrando a otros pero de insensatos intentar adocenar aquello que es propio y único.