Leemos en El Correo de Andalucía que los vándalos dañan las paredes de la Catedral. Hemos leído otras muchas veces que los vándalos hacen destrozos en los parques ciudadanos y zonas verdes. Y vemos con nuestros ojos cómo están las paredes de las casas de la ciudad, y las señales de tráfico y otros muchos lugares públicos. O sea, está claro que existe una población donde la mala leche les ahoga el alma.
Hacer daño por hacer daño, sin venir a cuento, dejándose llevar por la mala leche, es síntoma de que algo funciona mal en la sociedad. En teoría nadie se dedica a destrozar el patrimonio común por inercia social, sino por instinto maligno, por mala leche...
La mala leche nace por varios motivos. Por ser un mal nacido, por no tener la mínima educación, por ser un resentido social, en definitiva, por ser un desgraciado. Pero un desgraciado que se lucra del anonimato para hacer daño a los demás. Porque la cobardía es la primera de sus características humanas. Son cobardes, son unos infames, unos canallas, una gentuza que no tiene méritos para llamarse ciudadanos.
Nos avergüenza ir por la ciudad y ver los destrozos causados por los vándalos. Ya lo decía José María Izquierdo en 1915. Si queréis conocer el grado de cultural de una ciudad, primero visitad sus parques... Y es verdad. Las zonas verdes expresan si la ciudad es culta o inculta. Todo depende de cómo estén de conservadas.
La mala leche se extiende por la ciudad y clama ignorancia, falta de educación, desprecio a la cultura y a los demás ciudadanos. Hay que ser mal nacido... ~