La ‘Operación Clavel’ provocó la tragedia que no causó el Tamarguillo

Hoy se cumplen 54 años de la caída de una avioneta sobre la muchedumbre en la carretera de Carmona, causando 24 muertos y más de cien heridos

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18 dic 2015 / 21:43 h - Actualizado: 19 dic 2015 / 21:28 h.
"Hemeroteca El Correo"
  • Primera página de El Correo de Andalucía del día 26 de noviembre de 1961, con la noticia de la riada del Tamarguillo. / El Correo
    Primera página de El Correo de Andalucía del día 26 de noviembre de 1961, con la noticia de la riada del Tamarguillo. / El Correo
  • La ‘Operación Clavel’ provocó la tragedia que no causó el Tamarguillo
  • Llegada a Sevilla de la caravana de la ‘Operación Clavel’. / Manuel Domenech Pinto
    Llegada a Sevilla de la caravana de la ‘Operación Clavel’. / Manuel Domenech Pinto
  • Gente agolpada junto a los restos de la avioneta destrozada. Fototeca Municipal de Sevilla
    Gente agolpada junto a los restos de la avioneta destrozada. Fototeca Municipal de Sevilla
  • Restos de <br />la avioneta. <br />/ Fototeca Municipal <br />de Sevilla
    Restos de
    la avioneta.
    / Fototeca Municipal
    de Sevilla
  • La ‘Operación Clavel’ provocó la tragedia que no causó el Tamarguillo
  • La ‘Operación Clavel’ provocó la tragedia que no causó el Tamarguillo
  • La duquesa de Alba fue la madrina de la ‘Operación Clavel’. Aparece en Córdoba el día 18 de noviembre de 1961, víspera de la tragedia. / Fototeca Municipal de Sevilla
    La duquesa de Alba fue la madrina de la ‘Operación Clavel’. Aparece en Córdoba el día 18 de noviembre de 1961, víspera de la tragedia. / Fototeca Municipal de Sevilla
  • Alumnos del Conservato-rio de Música de Sevilla después de asistir a misa para dar gracias por haberse salvados de la catástrofe. / Emigdio Mariani y Piazza.
    Alumnos del Conservato-rio de Música de Sevilla después de asistir a misa para dar gracias por haberse salvados de la catástrofe. / Emigdio Mariani y Piazza.

{Fue el 19 diciembre de 1961... Hace hoy 54 años. Los primeros años sesenta fueron los más dramáticos en tiempos de paz, y 1961, el símbolo máximo por su cúmulo de tragedias... Cuando Sevilla parecía unir todas sus fuerzas para alzarse contra la abulia, como avergonzada de sí misma, el destino fatal vendría a frustrar aquel naciente espíritu de lucha, para trocarlo por la desesperanza en un ambiente de dolor y ruina... Hasta las enconadas luchas políticas internas quedaron marginadas. Accidente del Rocío, el Tamarguillo, Operación Clavel, serían los hitos...

El locutor Bobby Deglané había promovido desde los micrófonos de Radio España una campaña de solidaridad con Sevilla, con resultados sorprendentes. La duquesa de Alba fue nombrada presidenta de honor de la comisión organizadora tanto de la campaña como del convoy que trasladaría a Sevilla las ayudas recibidas.

Madrid había dispensado al convoy, que representaba uno de los mayores esfuerzos colectivos nacionales en favor de una zona siniestrada, una despedida popular. De toda España llegaron a Madrid camiones y camionetas cargados con ropas, muebles, alimentos... El recorrido Madrid-Córdoba fue una repetición, pueblo a pueblo, de gestos de solidaridad con los damnificados sevillanos. La gente aplaudía el paso del convoy con gritos de «¡Viva Sevilla!». Y los camiones de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes (CAT), recibían por el trayecto nuevas aportaciones de cooperativas agrarias y ganaderas, de asociaciones culturales y religiosas.

La noche del día 18, en Córdoba, fue de alegría. Una multitudinaria fiesta benéfica fue presentada por Bobby Deglané. Y amaneció el martes día 19, con un tiempo espléndido, por fin sin llover... Toda Sevilla esperaba exultante a la caravana de la Operación Clavel. El buen tiempo había facilitado la salida de gente hasta la autopista de San Pablo, que tenía sus arcenes repletos de personas de todas las edades. Todo tipo de vehículos, automóviles, furgonetas, motocicletas, hasta coches de caballos fueron ocupados por jóvenes vestidas de flamencas que cantaban sevillanas de bienvenida. ¡Por fin salía el sol en Sevilla! La Operación Clavel había hecho el milagro de levantar los corazones de los sevillanos.

En el punto de confluencia entre el arroyo Tamarguillo y la autopista de San Pablo, sobre el puente y los alrededores, se había reunido la multitud para esperar al convoy. Algunas pancartas decían: «Este es el Tamarguillo, chiquito pero matón»... «A Sevilla ha vuelto la alegría»...

Aquel inmenso grupo de personas apostadas en el cruce del Tamarguillo con la autopista, estaba principalmente integrado por vecinos de las cercanas barriadas de La Corza y Árbol Gordo, que esperaban en aquel lugar estratégico para agradecer a Bobby Deglané la ayuda prestada por la Operación Clavel. Peseta a peseta, entre todos los vecinos de las citadas barriadas, habían reunido dinero para comprarle una medalla de oro con la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

Desde Carmona a Sevilla la carretera era una romería. Las márgenes de la autopista fueron poblándose a medida que avanzaba la mañana. Y el gentío, alegre, agradecido, saludaba con gritos y gesticular de brazos el paso de una avioneta que acompañaba al convoy y arrojaba octavillas informativas sobre la Operación Clavel. En el aparato viajaba un fotógrafo de la revista Actualidad Española, Antonio Fernández, que realizaba un reportaje gráfico.

Y esta sería la causa indirecta de la catástrofe. La avioneta, en una de las pasadas sobre la multitud, al parecer para captar mejor las pancartas, descendió y chocó con el tren de aterrizaje en unos cables de alta tensión que cruzaban la autopista.

«Muchas personas –decía la crónica del suceso– son las que coinciden en asegurar que el periodista gráfico que figuraba entre los tripulantes de la avioneta intentó tomar unas fotografías del entusiasta grupo, de forma que el piloto descendiera a escasa altura, chocando con uno de los cables de alta tensión que cruzan la autopista de San Pablo. La colisión con el tendido eléctrico motivó que la avioneta descendiera casi vertical unos metros y luego, en vuelo a nivel de la multitud, siguiera su trágico recorrido hasta caer en el centro de la autopista y posteriormente saltar al andén derecho de la misma, según la dirección de marcha a Sevilla, y a la altura de la Huerta de las Lumbreras».

Eran las trece horas y veintiún minutos de la tarde del martes día 19. Allí mismo, junto al Tamarguillo origen de la catastrófica riada, quedaron veinte muertos, que luego serían veinticuatro, y casi un centenar de heridos. En el lugar del accidente, la situación era dantesca. Entre el humo y las llamas originadas por la avioneta al caer a tierra, los gritos de los heridos eran desgarradores, mezclados entre los muertos. Los cuerpos mutilados sobre el asfalto, las escenas histéricas, las llamadas de auxilio y entre familiares y amigos, la sangre... Durante unos interminables minutos, aquella zona se convirtió en un infierno, mientras en la entrada de Sevilla la gente, ignorante de lo sucedido, vitoreaba a los primeros vehículos del convoy.

La alegría duró muy poco tiempo. El ruido de la explosión y los gritos alarmaron al público cercano al lugar de la tragedia. Y enseguida comenzaron a pasar en dirección a los hospitales automóviles y furgonetas transportando heridos y muertos. La gente quedó paralizada de espanto cuando un motocarro recorrió la calle Luis Montoto con un cuerpo sin cabeza en la batea...

La ciudad se enfrentaba a la más dura prueba que había sufrido en el siglo. El accidente del Rocío había sido terrible, pero sin las circunstancias que rodearon a la Operación Clavel, sin una ciudad esperanzada en el cambio de suerte, agradecida, exultante, con la solidaridad de España. Por dos veces en pocos meses, Sevilla recibía la condolencia del Santo Padre Juan XXIII.

Joaquín Romero Murube, en un artículo titulado En la hora del dolor, publicado en Abc [20 de diciembre de 1961], escribió: «Casi nos espanta saber lo que ha ocurrido. En la mañana de oro iba un pueblo feliz e ilusionado, jocundo y unívoco en la respuesta de su agradecimiento hacia el gesto de amor y ternura con que toda España, canalizada a través del esfuerzo meritísimo de unas personas que habían sacrificado su inteligencia, su descanso, su ingenio, su alcurnia, sus méritos [...] Sí; España toda se volcaba en auxilio de los pobres de Sevilla, de los niños de Sevilla, de todas las tribulaciones sufridas por Sevilla [...] Y ya en los mismos labios gozosos de nuestros barrios, cuando el cortejo tocaba la meta feliz de sus designios, nuevamente la tragedia se abate sobre nosotros, segando vidas, sembrando espantos, derramando sangre, mutilando cuerpos, convirtiendo la alegría en dolor, el amor en espanto, el júbilo en sollozo, el sol radiante en oscuridad del ánimo empavorecido. Dura, durísima prueba para los sevillanos. ¡Íbamos hacia el gozo y la alegría, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con la tragedia y la muerte!».

La doble catástrofe del Tamarguillo hizo olvidar otros acontecimientos sociopolíticos sevillanos y nacionales, al margen, naturalmente, de los periódicos, que serían recuperados en los años siguientes en las tertulias ateneístas y otros mentideros políticos.

Falta en Sevilla el monumento que recuerde a las víctimas del terrible año 1961, el más cruel en tiempo de paz del siglo XX.