La oportunidad perdida de Moreno Bonilla

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19 nov 2016 / 23:35 h - Actualizado: 19 nov 2016 / 21:38 h.
"PP","PSOE","Susana Díaz","Juanma Moreno"

El presidente del PP de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha perdido una espléndida oportunidad de visualizar la nueva etapa que quiere representar en su partido. Obsesionado en marcar sus diferencias con lo sucedido anteriormente ha puesto en marcha una estrategia que dé nuevos bríos a su formación renovando paulatinamente su dirección e imprimiendo un discurso que se distancie del seguidismo que parte de Madrid, imprimiéndole personalidad propia con la que hacer frente así al último asalto a la hegemonía del PSOE andaluz. Tener, en definitiva, la autonomía suficiente para presentarse como el partido que más y mejor defiende los intereses de los andaluces.

Para alcanzar este último objetivo, convertirse en el referente de toda la comunidad, se requiere la suficiente entereza como para enfrentarse cuando corresponda a los atropellos que los suyos puedan cometer con respecto a Andalucía. Alzar su voz, de forma clara y rotunda, cuando sea maltratada o desconsiderada por sus dirigentes que ya tienen una larga casuística en sus espaldas de despropósitos a la hora de hablar de esta tierra. Y hacerlo sin temor alguno a llevarles la contraria y afear su conducta sin esconderse aferrándose a matices y circunstancias que podrían explicar esas meteduras de pata como las que nos quieren presentar ahora cuando, en realidad, son, ni más ni menos, que agresiones puras y duras a Andalucía tal y como ha ocurrido con Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid.

Tratar de restar relevancia a ese desprecio hacia los andaluces, al advertir que Madrid es quién paga la Sanidad y la Enseñanza andaluzas, son ganas de eludir su responsabilidad como máximo dirigente del PP andaluz, función que le obliga a saltar como un resorte contra tal despropósito. Y debería haberlo hecho desde el primer momento, con firmeza y sin esconderse en falsas excusas como es refugiarse en considerar que esas declaraciones las hizo en el fragor de un debate parlamentario. ¿Cuándo si no tienen más valor las palabras de un representante político que cuando defiende sus tesis en sede parlamentaria?

Tampoco vale echar por delante a otros para que atajen, malamente, la polémica. Sólo a él le correspondía comparecer, antes que nadie, para poner las cosas en su sitio en nombre de todos los andaluces y sin entrar en clave partidaria como finalmente ha hecho el PP, que ha tratado burdamente de torcer la realidad queriendo atribuir todo al «victivismo de Susana Díaz».

Si como señala reiteradamente Moreno Bonilla su futuro está aquí y su liderazgo en el seno del PP andaluz no está cuestionado, no tiene sentido ese afán de nadar y guardar la ropa, subrayando razones que aminoren la gravedad de las declaraciones de su compañera de partido. Unas afirmaciones que han tenido un rechazo generalizado aunque bien recibidas, eso sí, por los insolidarios nacionalistas que ven reforzados sus continuos reproches hacia los territorios más desfavorecidos y desde el lado menos esperado: el centro derecha español.

Lo cierto es que, en este caso, Moreno Bonilla no ha defraudado. Ha actuado como lo han venido haciendo sus antecesores, esto es, poniendo paños calientes a las ofensas proferidas sin reclamar abiertamente, cuanto menos, las disculpas y la rectificación adecuada. Pero como en esto los populares parecen no tener enmienda, con tal de erosionar a sus contrincantes a buen seguro que asistiremos a episodios similares. Quedamos a la espera de comprobar si, finalmente, Moreno Bonilla cambia el camino a seguir. Hasta ahora, lamentablemente, no se ha observado novedad alguna. Se mantiene la marca de la casa.