La Puerta de Carmona

la trastienda hispalense

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07 oct 2016 / 18:34 h - Actualizado: 07 oct 2016 / 19:11 h.

Los cartagineses rodearon Sevilla de una empalizada de troncos, piedras y barro, que restauraron los romanos, cuando Julio Cesar fue nombrado “cuestor” de Hispania, entre los años 68 y 65 a.C., extendiendo el cerco y mejorando su construcción con puertas y grandes torreones de piedras. Unas murallas militares que sufrieron constantes cambios, pasando por el periodo visigodo, islámico y castellano, sin obviar los muchos asedios que la ciudad tuvo, entre ellos el acaecido en el 844, cuando los vikingos arrasaron Sevilla y derribaron gran parte sus murallas, reconstruidas después por el emir Abderramán II. Un hecho de ruina y reconstrucción que fue sucediéndose desde entonces hasta 1868, en que fueron derribadas para siempre.

Y entre tramos de murallas, los 18 accesos a la ciudad a través de 13 puertas y 5 postigos, siendo de gran importancia la Puerta de Carmona de donde partía la Vía Augusta que comunicaba Híspalis con Roma. Puerta ubicada entre Tinte y el Muro de los Navarros, que recibía, en uno de sus estribos, a los legendarios Caños de Carmona que traían el agua del manantial de Santa Lucía, de Alcalá de Guadaira, hasta un gran depósito que la repartía a diferentes puntos de la ciudad, jerarquizándola desde la aristocracia hasta los baños y fuentes públicas, entre la Catedral e instituciones religiosas, la Casa de Pilatos, la Huerta del Rey y los Reales Alcázares.

La Puerta de Carmona, por pertenecer a las puertas principales, estaba escorada por dos torres, sirviendo una de ellas, en su segundo cuerpo, de prisión después de las distintas adaptaciones y la gran transformación que el Conde de Barajas ordenó en 1578, llegando a lograr una puerta con imagen del barroco del XVII. Puerta de emperadores y califas, emires y santos, nobles y bandoleros, espadachines y pícaros... Puerta de riojanos, monjes benedictinos y caballeros de Calatrava en su sendero de oración al monasterio de San Benito donde se daba culto a la Virgen de Valvanera... Puerta caminera de huertanos de extramuros, panaderos de Alcalá, granjeros del Cerro y vendimiadores de los Alcores en su camino diario hacia la Alhóndiga o el Salvador, entre otros mercados sevillanos... Puerta bendecida por los vía crucis de penitencia a la Cruz de los Negros y al Humilladero de la Cruz del Campo... Puerta de procesiones de rogativas como la del Cristo de San Agustín a la Catedral, el 2 de julio de 1649, por la gran epidemia de peste que acabó con la vida de la mitad de la población, entre los que murió Juan Martínez Montañés, el “dios de la madera”, el gran escultor que guarda en la Plaza del Salvador de la Pasión de Sevilla.