El cuerpo se acostumbra a una determinada alimentación y a veces descuidamos esto por falta de tiempo. Lo tengo hecho a los guisos caseros, sobre todo a los potajes de garbanzos y chícharos, que es herencia de mi madre. En verano dejo los cocidos y recurro a las ensaladas y cosas a la plancha.
El pasado lunes decidí poner un potaje y me zampé dos platos de garbanzos como dos plazas de toros. Se ve que le había perdido un poco el punto y me salieron algo duros. Ya en la siesta tuve dos o tres pesadillas y en una de ellas me estuvo persiguiendo un perro por la vega de Mairena, con las ideas de Caín. Mis clásicas pesadillas gastronómicas. Como fueron dos platos, por la noche dio la cara el de la morcilla y el chorizo, con una virulencia desconocida. Nueva pesadilla, aunque en vez de un perro era una jauría, una verdadera manada de lobos rabiosos que me querían comer.
Surco acabó con el resto del potaje, mezclado con su pienso, y ayer por la mañana corría aterrado por la vega, como si alguien o algo sobrenatural lo persiguiera. ¿Qué clase de garbanzos me vendieron?