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La revolución
que llega

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13 mar 2018 / 19:13 h - Actualizado: 13 mar 2018 / 21:47 h.

Alguien podría pensar que las mujeres, después del espectáculo maravilloso que nos brindaron el pasado día 8 de marzo, tienen un problema más: no pueden dejar que todo lo que significó esa movilización se diluya poco a poco.

Podría parecer que tienen un problema, pero tal vez es solo un espejismo.

¿Y si el problema lo tenemos los hombres? ¿Y si no nos hemos enterado de nada y tenemos encima de nuestras mesas un asunto que no sabemos ni cómo se llama?

Las mujeres ya están en marcha. El 8 de marzo se puso en escena un libreto trabajado durante decenas y decenas de años y que les ha costado sangre, sudor y lágrimas. Ellas ya están de camino; quieren llegar a tiempo para consumar la revolución que llega y marcará definitivamente el siglo XXI. Somos los hombres los que seguimos sin reaccionar, los que continuamos acomodados en el sillón de casa mientras las mujeres cargan con el grueso del trabajo de casa al llegar de la oficina, de la fábrica o del cuartel. El problema es nuestro porque esa revolución que llega solo puede acabar bien si estamos unidos hombres y mujeres, si los hombres nos enfrentamos al machismo y no miramos sin mover un dedo.

Las mujeres ya han hecho su trabajo. Y caminan. Y nos han emocionado como nunca antes había sucedido. Porque han dado una lección de ilusión, de lucha, de valentía, de organización y de sensibilidad. Los hombres tenemos dos posibilidades: podemos seguir haciéndonos los muertos a la hora de fregar y pensando que somos lo más al conseguirlo o nos podemos unir a ese cambio tan necesario que nos llevaría a construir una sociedad más justa, más amable, más equilibrada y mucho más humana.

Qué bonito fue ver cómo sonreían las mujeres durante ese día que pasará a la historia por su importancia.