El paraíso en mi mochila

La Selva Negra y sus pueblos de cuento

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09 feb 2019 / 07:42 h - Actualizado: 05 feb 2019 / 10:43 h.
"El paraíso en mi mochila"
  • La Selva Negra y sus pueblos de cuento

La Selva Negra, ó Schwarzwald en alemán, es un macizo montañoso con una gran densidad forestal situada al suroeste de Alemania. Constituye uno de los rincones más agrestes del país y uno de los mayores atractivos para el turismo, no solo por sus frondosos bosques, sus bellos campos, sus acaudaladas cataratas y ríos, sino también por sus pueblos de cuento y su gastronomía.

Una ruta por la Selva Negra muy recomendable consiste en empezar en Baden-Baden y terminar en Friburgo.

Antiguamente, Baden-Baden era el destino turístico de la burguesía europea. Cuenta con uno de los casinos más bonitos y lujosos del mundo. La ciudad sigue teniendo cierta elegancia gracias a sus edificios y jardines afrancesados. Después de dar un paseo por las calles más turísticas, os recomiendo pasar por una de sus cervecerías con terraza donde sirven los típicos platos combinados con diferentes tipos de salchichas alemanas, que son una delicia. Y para acompañarlo una gran variedad de tipos de cervezas alemanas servidas en una jarra gigante.

Podéis terminar la visita de un día dando un paseo por Lichtentaler Allee, un verde y arbolado parque situado a orillas del río Oos que es una auténtica maravilla y te llena de paz y tranquilidad.

La Selva Negra y sus pueblos de cuento

Gegenbach es, desde mi punto de vista, el pueblo más bonito. Apenas cuenta con una decena de hoteles y casas de huéspedes y algo más de una centena de casas con entramados de madera. Las casas típicas de la Selva Negra son una preciosidad. Todas están adornadas con macetas de geranios en sus balcones. Los tejados de madera pintados de verde o negro se disponen muy inclinados para que caiga el agua con facilidad hacia el suelo, ya que el área es extremadamente lluviosa. La plaza del Ayuntamiento es el punto neurálgico de este poblado donde se acumulan algunos restaurantes y tiendas de conveniencia. Pero el protagonista es un calendario de adviento, el mayor del mundo, que va descontando días desde el Domingo de Adviento hasta el día de Nochebuena. El Rathaus hace las veces de calendario, siendo cada una de sus veinticuatro ventanas los días de esta cuenta atrás. Muy cerca de allí encontraremos la Plaza del Mercado y el arco de la Torre de la Puerta Superior, con el típico campanario y reloj de la arquitectura de la zona.

Una tienda de libros, una carnicería, un despacho de quesos y una farmacia se reparten por la calle principal, la que lleva desde una de las puertas medievales que cierra la localidad hasta la otra, cruzando por la anteriormente nombrada plaza. Una pizzería, un restaurante de comida tradicional alemana y algún que otro pub se reparten por la perpendicular.

Uno de los mayores encantos de este pueblo es que está situado en un valle entre tres montañas. Sus típicos paisajes ofrecen estampas tan variopintas como vaquitas pastando en el prado o frondosos bosques de árboles inmensos donde habitan animales salvajes autóctonos. También se puede visitar una zona de viñedos en la ladera de una montaña que hace del deleite de la vista de los viajeros y amantes del vino. Gegenbach cosecha un vino riquísimo y ofrece una gran variedad de licores propios de alta graduación alcohólica.

La Selva Negra y sus pueblos de cuento

Otro de los pueblos interesantes de visitar es Triberg que se conoce por tener varias fábricas de relojes cucos del mundo. A las afueras de este pueblecito se puede visitar el mayor reloj cuco del mundo, pues tiene el tamaño de una casa. La tarta Selva negra se ofrece en todos sus cafés y restaurantes porque es uno de los emblemas de su gastronomía. Si vamos a este pueblo con encanto, debemos visitar las cascadas del río Gutach. La caída de la cascada no es vertical, así que no hay que esperar ver un salto espectacular. Se trata en realidad de una bajada en siete tramos diferentes con saltos más o menos suaves. No obstante, la estampa es muy bella y el paseo en paralelo a las aguas del río Gutach es muy reconfortante.

Por último Shiltach es otro de los pueblos que no te puedes perder. Este pueblecito se sitúa a los dos lados de un riachuelo que baja de una lejana montaña. La carretera que lo cruza pasa por encima de un puentecito repleto de flores colgadas de sus barandas. Las típicas casas de la zona se disponen a un lado y otro de la orilla del río. Apenas se pueden encontrar una decena de establecimientos públicos entre hoteles, restaurantes y tiendas. Recomiendo fotografiar la plaza del Ayuntamiento, que es la plaza más empinada que he visto en mi vida y está completamente empedrada con enormes guijarros. Una fuente del siglo XVI se erige en el centro, y según cuentan, era el único suministro de agua potable que existía en aquella época para sus habitantes, que iban con sus cántaros cada día a recargar.

Aparte de visitar estos bonitos pueblos, si eres amante de la naturaleza, debes aprovechar para hacer largas caminatas por sus bosques y lagos, y disfrutar, en definitiva, de los uno de los lugares donde la naturaleza reboza tanta belleza como misticismo.

Para terminar la ruta es una buena opción visitar una ciudad en el sur como Friburgo. Diría que lo más llamativo de esta ciudad son los pequeñísimos canales que la recorren. Además, es obligatorio visitar su impresionante Catedral gótica. Otro edificio que me enamoró fue la Historisches Kaufhaus, situado justo al lado de la Catedral.

Espero haberos transportado una pizca de lo que viví en ese viaje, un trocito de esos paisajes de ensueño, que llegan a estremecerte el alma, y de unos pueblos, que te hacen sentir como si estuvieses dentro de uno de los cuentos de los Hermanos Grimm.