La senda de la planificación estratégica en Sevilla

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17 mar 2017 / 23:56 h - Actualizado: 17 mar 2017 / 23:56 h.

Obsesionado con los recortes y machetazos para cuadrar las cuentas, Zoido en su etapa de alcalde no dudó, en una de sus primeras medidas, en llevarse por delante -como luego hizo con otras muchas cosas- el Plan Estratégico de Sevilla 2020, que durante meses fue elaborado en un notable ejercicio de participación social y ciudadana en el que intervinieron un importante número de organizaciones de todo tipo, así como de ciudadanos y ciudadanas, y que finalmente fue consensuado y aprobado a finales del mes de enero de 2011.

Las elecciones municipales de mayo de 2011 y los cuatro años posteriores dieron al traste con el Plan, perdiéndose la oportunidad, casi por una década, de dar un impulso a la ciudad mediante la implementación de los siete ejes estratégicos, 38 objetivos y 232 medidas acordadas. Un Plan con proyección estratégica, en el que se definía un modelo de ciudad que podría haber sido de extraordinaria utilidad durante estos años de crisis y para que a la salida de la misma Sevilla se hubiera encontrado mejor posicionada de lo que se encuentra en la actualidad.

Lejos de ello, Zoido, engreído con sus 20 concejales, optó por despreciar el potencial que representaba el trabajo realizado, incapaz de entender que se trataba de un plan de la ciudad, no del Gobierno Municipal que le precedió, y en su afán de desmarcarse de la etapa anterior abandonó la senda de la planificación estratégica y se limito, sin horizonte alguno, a una política gesticular y de simple parcheo en la ciudad. Los resultados para el PP están a la vista; lamentablemente también para la ciudad.

Más de lo deseable ha tardado también el actual gobierno municipal en retomar la muy necesaria iniciativa de la planificación estratégica, a pesar de que se le ha venido reclamando desde diversas instancias sociales, económicas y ciudadanas, a lo que posteriormente se sumaron desde el ámbito político los grupos municipales que, apoyando mayoritariamente una moción de Ciudadanos, abrieron definitivamente el proceso que ya ha comenzado a dar sus primeros pasos.

Varios son sin embargo los asuntos que aprendiendo del proceso anterior pronto deberán despejarse; comenzando por la necesidad de conocer públicamente el compromiso de los diferentes grupos municipales para asumir o no el resultado que se derive del amplio proceso de participación que ha de llevar implícito la elaboración de la planificación estratégica. En las primeras declaraciones parece quedar claro que todos, excepto por el momento el PP, respaldan la iniciativa y se comprometen con el proceso. El PP, único grupo municipal que se abstuvo en el Pleno Municipal en el que se acordó retomar los trabajos del plan estratégico, tiene la obligación de clarificar inmediatamente su posición para que la ciudadanía sepa a ciencia cierta a que atenerse y del riesgo que existe, si tiene la oportunidad, de que vuelva a guardar en el cajón todo cuanto ahora se elabore colectivamente.

El reto es garantizar que el plan estratégico transcienda a los mandatos municipales y, respetando las lógicas y legítimas diferencias políticas y programáticas, exista una visión y un modelo de ciudad compartido que impregne y comprometa a todos.

Otra de las cuestiones a garantizar parte de la necesidad de legitimar y dar credibilidad al proceso que ahora se abre a partir de un riguroso ejercicio de análisis e información sobre lo ocurrido y realizado con el Plan Estratégico Sevilla 2020, al que no se le puede dar carpetazo y de facto hacerlo desaparecer subsumido como una fuente más de las que han de servir para la realización de un nuevo plan, olvidándose sin mas de lo sucedido con el anterior. En consecuencia se hace indispensable un importante trabajo previo de pedagogía que vuelva a entusiasmar y comprometer a todos los actores que participaron en el proceso anterior y vieron frustradas sus expectativas, y a nuevos actores que han de enriquecer el nuevo proceso que ahora se abre de cara al 2030.

Igualmente habrá de dirimirse sobre el alcance e instrumentos de la participación ciudadana, clave en cualquier proceso de planificación como el puesto en marcha, partiendo de que una decisión reduccionista para controlarlo más fácilmente restará riqueza y proyección, siendo absolutamente compatible la existencia de órganos decisorios con los actores más representativos de la ciudad con otros espacios de elaboración y propuesta en los que se garantice una amplia participación de riquísimo tejido asociativo y ciudadano existente, a los que habrá de facilitárseles procedimientos eficaces para ello y en el que habrán de estar muy presentes las nuevas tecnologías. La clarificación por tanto de las funciones y espacios de elaboración, decisión e intervención, lejos de ser un asunto menor constituye un elemento de importancia que en modo alguno puede minusvalorarse.

Otro de los asuntos a resolver es la necesidad de acertar en el establecimiento de un cronograma que impida acelerar artificialmente los tiempos, aún siendo conscientes de que las conclusiones finales de la estrategia 2030 deberán acordarse, en la medida de lo posible, lo más alejado de la contienda de las elecciones municipales de mayo de 2019.

Por último, y sin la pretensión de agotar la lista de asuntos pendientes en esta fase del proceso, se encuentra el reto de articular convenientemente la elaboración del plan estratégico con la reprogramación y actualización del PGOU de 2006 anunciada por el gobierno municipal, siendo conscientes de que aunque una estrategia para definir el modelo de ciudad trasciende con mucho la política urbanística, ésta constituye una pieza esencial que ha de tenerse en cuenta. Igualmente habrá de dársele un enfoque claramente metropolitano, ante la incuestionable realidad que representa la Gran Sevilla, y en consecuencia encontrar formulas que permitan contar con el concurso de quienes representan a todo el entramado metropolitano.

Para más adelante dejamos nuestros comentarios sobre los contenidos de mayor relevancia que en nuestra opinión deberían formar parte del nuevo Plan Estratégico para Sevilla; tiempo habrá para ello, aunque ya señalamos que la apuesta por una ciudad más inclusiva y la adopción de medidas contra la pobreza y la desigualdad deberán situarse como una de las prioridades del mismo.

Mientras tanto tomamos nota de la existencia de un ejército de detractores de la planificación estratégica; de quienes torticeramente utilizarán la necesidad de hacer frente a los problemas que nos acucian -y que desde luego hay que atender sin dilación- para oponerla con un proceso como el puesto en marcha, temerosos de que una visión ampliamente compartida de nuestra ciudad -de la ciudad que la mayoría quiera y sea capaz de construir- dificulte los planes de los reducidos círculos de poder que siempre han querido y en buena medida influido en las decisiones sobre nuestro futuro. Deberían por tanto sentirse invitados, como el resto de la ciudadanía, a un proceso de participación democrática en el que la transparencia debe ser ejemplar y en el que los intereses generales y compartidos definan nuestra apuesta de futuro. ~