La Sentaíta

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24 may 2015 / 16:18 h - Actualizado: 25 may 2015 / 18:28 h.

El pueblo nunca ha necesitado de grandes teologías para comprender ciertas cosas. Y lo demuestra incluso en los apelativos con los que se refiere a lo sagrado. Guste o no a los exquisitos, en Triana, tras el límite verde y plata que dibuja el río, usaron el más cariñoso diminutivo para llamar Jorobaíto al dulce Nazareno que se encorva bajo el carey y Sentaíta a María Auxiliadora. Estos apelativos no son solo descriptivos, encierran en sí mismos y bajo un único rasgo un profundo significado de cercanía y cariño. La devoción de Don Bosco, del que se cumple el bicentenario de su nacimiento, se representa en todo el universo salesiano de pie. Así la vio el fundador, así se plasmó en su Basílica de Turín y ése fue el modelo que todos respetaron. Todos... menos los trianeros que hicieron del icono mariano una imagen sedente. Para explicar esta diferencia se nos decía en el colegio que la Virgen de Don Bosco, cuando llegó a Triana, se había sentido tan contenta y tan a gusto, que aquí quería quedarse para siempre, de modo que Ella misma había inspirado al escultor. Si no fue exactamente así, qué bien nos parecía a unos niños que no comprendíamos cómo en aquellas filminas antiguas, que nos ponían en el teatro para explicarnos la ingente obra salesiana, la Virgen estaba siempre de pie menos en este colegio. Y sé que mañana al verla por sus calles, rendido a sus plantas, sentiré el mismo orgullo de entonces.