Semana Santa heterodoxa (6)

La Verónica y el comunista

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19 abr 2019 / 06:13 h - Actualizado: 19 abr 2019 / 06:22 h.
"Semana Santa heterodoxa (6)"
  • El rostro del poeta Juan Manuel Vilches adaptado por Amalio para la Sagrada Verónica. / El Correo
    El rostro del poeta Juan Manuel Vilches adaptado por Amalio para la Sagrada Verónica. / El Correo

A principios de los años noventa, la Pontificia, Real, Ilustre y Primitiva Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, Nuestra Señora del Valle y Santa Mujer Verónica, le encargó a mi amigo Amalio García del Moral, pintor, poeta, catedrático de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla y miembro, como yo, del Colectivo Cultural Gallo de Vidrio, que pintara la cara para la Verónica que iba a exponer en Sevilla un Jueves Santo. En 1992, la Pontificia, Real, Ilustre y Primitiva Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, Nuestra Señora del Valle y Santa Mujer Verónica, mostró a los sevillanos y a todos los receptores de la imagen, la cara del poeta Juan Manuel Vilches convertida por Amalio en la de Jesús de Nazaret. Vilches, que fue miembro fundador de Gallo de Vidrio, en alguno de nuestros actos públicos durante el tardofranquismo y la transición había declarado sus simpatías por el comunismo.

La Verónica y el comunista
Juan Manuel Vilches, óleo de Amalio García del Moral. / El Correo

Según el sitio digital del Valle: “La Hermandad tiene como tradición estrenar el paño de la Verónica cada Jueves Santo. El primero de la serie era de Virgilio Mattoni anterior a 1971, cuando fue sustituido porque estaba muy deteriorado por su antigüedad. En el año 1980, el hermano Don Francisco Maireles Vela ideó que cada año se estrenase uno nuevo, conservándose esa tradición hasta hoy día. Cada autor fue elegido por la Hermandad debido a sus méritos pictóricos y en cada elección el artista volcó todo su estilo en la obra. Por este motivo la colección que atesora la Hermandad es de tanta variedad y riqueza artística”.

Es la primera vez que escribo esta historia que fue así en lo que yo conozco. Amalio me llamó por teléfono anunciándome que tenía la responsabilidad de pintar una cara para la Sagrada Verónica que cada año expone la Hermandad del Valle. Y, ante mi sorpresa e incredulidad, me propuso que la cara iba a ser la mía. Yo en aquellos tiempos gozaba de una barba abundante y aún negra y además –no sé por qué- a Amalio mi rostro le parecía adecuado para representar a Jesús de Nazaret. Lo pensé un momento y le dije a Amalio que adelante.

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Autorretrato de Amalio García del Moral. / El Correo

Entonces me explicó cuál iba a ser su técnica de trabajo, algo que me dejó aún más sorprendido que la propuesta para que mi cara fuera el modelo. Él iría al mercado, compraría un buen trozo de carne cruda y ensangrentada que me refregaría por la cara. Luego operaría como la mujer con el Nazareno, con una tela me taparía el rostro para que se quedara en ella plasmado. A continuación trabajaría sobre aquello hasta darle la forma definitiva del semblante de Cristo. ¡Ostras! Yo estaba acostumbrado a las ocurrencias de mis amigos del alma los miembros de Gallo de Vidrio pero aquello me sumió en una cierta confusión y sorpresa, no entiendo de pintura pero si Amalio lo decía debía ser algo normal y tal vez lo sea, sigo ignorándolo.

Así quedamos, yo iría a su casa, él tendría allí el filetón sangriento de carne y yo pondría mi cara. Pero un tiempo después volvió a llamarme para hacerme saber que había cambiado de opinión, que como había pintado dos o tres retratos al óleo de Juan Manuel Vilches, iba a utilizar el rostro de Vilches para la Verónica. La verdad es que me quedé más tranquilo, me sonaba raro aquel experimento, en el fondo no me apetecía someterme a él pero todo fuera por Amalio y su arte. Además, ¡yo convertido en Jesucristo! Sin embargo, fue Vilches quien asumió el papel, supongo que no le hubiera importado porque Juan Manuel era muy abierto a todo, rompedor y revolucionario pero pacífico y muy enamoradizo. No pudo comunicarnos su opinión porque hacía mucho tiempo que se nos había muerto, con 29 años.

Juan Manuel Vilches nació en Málaga en 1951 y murió en Sevilla en 1981. Sólo publicó un libro de poemas, Aldaba de minutos en la puerta de todos y de nadie. Su poesía era intensa y a la vez profunda e irónica cuando empleaba la coplilla en forma de sentencias líricas. Estudió magisterio y ejerció como maestro. En la Escuela Superior de Magisterio fundó la revista académica Cauce que sigue siendo referencia en su campo. Su débil corazón lo hizo sufrir casi toda su vida. Hasta que se lo llevó. Una de sus coplillas decía: “La muerte es aquel recado/ que en la puerta de los vivos/ dejan los antepasados”. Una vez, estando enamorado, me dijo comentándome su relación con su compañera: “Ramón, ni uno sólo de los rincones del barrio de Santa Cruz desconoce nuestros besos”.