La visión del paisaje y el sentido social de lo distinto

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02 jun 2018 / 17:00 h - Actualizado: 02 jun 2018 / 17:03 h.

Los paisajes pueden mostrar un mosaico muy rico de estructuras espaciales, aparte de sus cambios en el tiempo, donde elementos biológicos, geológicos y sociales se mezclan en un nuevo orden que podemos observar, sentir e interpretar. En las ciudades este hecho es mucho más patente debido al componente humano y sus relaciones sociales en el marco de la realidad urbana. El Convenio Europeo del Paisaje constituye el marco ideológico y conceptual sobre el paisaje en el escenario de la Unión Europea, manifestándolo como un valor colectivo. Los paisajes se transforman en centros de significados y en símbolos que expresan sentimientos, ideas y emociones de muy diversos tipos. Un olivo plantado en un barrio por una familia constituye un elemento simbólico que forma parte de la memoria de la ciudadanía que hay que respetar. Decía Aristóteles que no hay nada en el espíritu que no pase a través de los sentidos. Lo que nos lleva a una idea cuando una persona que mira un determinado paisaje se deja influir por la heterogeneidad de sus experiencias personales. Coloquialmente, el término paisaje se emplea con gran flexibilidad y falta de concreción de forma que, a menudo, es difícil saber cuál es el significado preciso que se le asigna en cada momento, ligado, a veces, a una sensación más que a una realidad. Según el Convenio Europeo del Paisaje, el paisaje es un bien colectivo, perceptual, perceptible, dotado de carácter natural y cultural, que incardina la naturaleza material del espacio concreto, el territorio, la realidad física, con la respuesta emotiva y estética que suscita su percepción. El paisaje puede soportar diferentes percepciones, tantas como personas lo observen. La idea de paisaje-ecosistema, explica un territorio extenso formado por estructuras y procesos, que existe con independencia del observador. La idea de paisaje-percepción expresa la conceptualización del paisaje como escena abarcable en un golpe de vista, una percepción del territorio que depende del observador. El paisaje es uno, pero en relación con el observador se convierte en cientos de paisajes; hay tantos paisajes como observadores. La percepción del paisaje nos lleva a crear modelos mentales de forma inconsciente en función de intereses, conocimientos, sentimientos, vivencias y sensaciones, teniendo como base aspectos concretos de la realidad. De acuerdo con el ecólogo Fernando González Bernaldez, padre del paisajismo en España, en su definición de 1960, manifiesta que el paisaje es la percepción multisensorial de un sistema de relaciones ecológicas subyacentes. Consideramos que es la mejor definición de paisaje. Otra definición excepcional, con una gran implicación en la ciudad, es la que proporciona J. Busquets en 2009, cuando dice que el paisaje es un sistema de signos abiertos polisémico e incompleto. Para este autor un determinado paisaje, observado por diferentes personas, es un sistema con diferentes sentidos e interpretaciones, siendo incompleto hasta que se integren todas las interpretaciones individuales. El investigador coreano Byung-Chul Han, profesor de la Universidad de Berlín, en su libro La expulsión de lo distinto (2017, Herder, Barcelona) nos dice que los tiempos en los que existía el otro se han ido y ha proliferado lo igual. Para este filósofo, la expulsión de lo distinto pone en marcha un proceso destructivo diferente a nivel individual. Si negamos al otro no podemos escucharlo. En su libro Momo, de Michael Ende, nos recuerda Byung-Chul Han, nos dice que escuchar a los otros opera milagros. La socialización del escuchar, la cultura del oyente, hace que imaginemos cosas individualmente no alcanzaríamos. La escucha devuelve a cada uno lo suyo en una experiencia colectiva. En el marco de la asignatura Ecología del Cambio Global de Cuarto Curso del Grado de Biología de la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla hemos realizado una experiencia, con 15 alumnos, de ambos sexos y con una edad en el entorno de los 20 años. En clase hemos visualizado durante diez minutos la imagen de un paisaje de una puesta de sol en la playa, con algunas personas caminando y aves volando. A continuación todos han escrito, en unas diez líneas, lo que les hace sentir este paisaje, lo que les evoca. Los alumnos escriben desde dentro de ellos mismos. Agradecemos aquí la colaboración de estos alumnos y alumnas. Veamos los resultados. Resulta interesante la diversidad de percepciones. A continuación indicamos los conceptos perceptuales manifestados (13) y el número de alumnos que los expresan, sobre un colectivo de 15: Playa al atardecer (15), Tranquilidad (13), Presencia de gente (8), Nostalgia (5), Presencia de aves (5), Recuerdos de infancia (2), Felicidad (1), Necesidad de compañía (1), Reflexión sobre la vida (1), Creación de conciencia (1), Evasión de la realidad (1), Libertad (1), Encuentros inesperados (1). Todos los observadores expresan la existencia de una playa al atardecer. Tranquilidad también es un concepto evocado por la mayoría. El resto de los indicadores, en número de once, se expresan de forma individual fundamentalmente por alumnos diferentes. Esta expresión diferencial a nivel individual de un colectivo de la misma edad y de educación y cultura similar nos conduce a la maravilla de lo distinto. Cada alumno tiene una percepción distinta de algunos aspectos porque son diferentes dentro de una cierta unicidad, el escenario de una puesta de sol. Pero cada observador expresa un interior con una historia distinta. Un mismo paisaje hace que aparezcan 15 paisajes distintos al analizar el conjunto de las respuestas. Es una gran enseñanza, logramos la interpretación de una realidad paisajística a través de una visión colectiva que no olvida la importancia de recoger la maravilla de nuestra diversidad, de ser distintos. Un encuentro. Quizás es un gran mensaje para el momento que vivimos. El paisaje como ecosistema tiene una sola visión, como percepción tantas como observadores. Ver juntos enriquece al colectivo y a cada individuo si comunicamos nuestra percepción. Escucharnos en la sociedad del oyente nos hace mejores, así como ver juntos.