La volatilidad mide el grado de incertidumbre existente en los mercados financieros. Sirve para medir los cambios aleatorios que producen las rentabilidades de los activos financieros.
Para calcular la volatilidad cogeremos un rango temporal de los rendimientos de un determinado activo financiero y relacionaremos las fluctuaciones de los precios respecto a su media. Cuanto mayores sean estas fluctuaciones mayor será la volatilidad y por el contrario, cuanto menores sean menor será la volatilidad. La volatilidad se asocia con el riesgo de mercado, a mayor volatilidad, mayor riesgo.
Si un valor tiene una volatilidad histórica elevada podemos predecir que el riesgo de nuestra inversión también será elevado, mientras que si la volatilidad histórica del valor es pequeña podemos predecir que el riesgo de nuestra inversión es menor, mientras no cambien las condiciones del mercado. Existen periodos en los cuales la volatilidad es alta alternando con otros periodos en los cuales la volatilidad es menor.
Se considera que si la volatilidad es alta en un periodo tiende a seguir siendo alta en el periodo siguiente y si, por el contrario, es baja en un periodo también tiende a seguir siendo baja en el periodo siguiente. En determinados momentos la volatilidad puede tomar volares mayores de lo habitual. Los cambios en la volatilidad que se producen en un determinado mercado están relacionados con los que se producen en otros mercados. La existencia de buenas o malas noticias en los mercados financieros afecta a la volatilidad.
Hablamos aquí de la volatilidad histórica, que es la volatilidad que se ha producido en el pasado. Se obtiene a partir de las series históricas de precios de los diferentes activos, lo que nos proporciona una idea sobre las desviaciones del precio del activo respecto de su nivel medio. Esta volatilidad está condicionada por el intervalo de tiempo escogido para su cálculo y por las características del activo. ~